La casa es simple y llanamente la que he deseado toda mi vida. Por eso quizás nada mas verla, me he sentido inmensamente bien, feliz y hasta rejuvenecido; si, es la casa con la que siempre he soñado...que grandes cosas haría yo en esta casa.... Blanca, con los revoques y zócalos de un color indefinido, tirando a malva. Está rodeada de árboles frutales: naranjos con naranjas de color rabioso, ciruelos, melocotones, aguacates…, también algún limonero, con limones de cáscara amarga y abultada que te hacen imaginar como saben y atragantarte de saliva. La finca cuenta también, en la parte de atrás, con un estanque delicadamente descuidado que parece hacer las veces de piscina; rodeado de alguna variedad de césped muy parecido al pasto; sobre esta hierba, se alcanzan a ver un par de columpios y unos bancos de hierro a la sombra de pequeños castaños; entre los frutales, algún parterre con arbustos casi montaraces y flores silvestres. De la vivienda se entra o se sale, aunque en éste caso estoy saliendo..., por una puerta enorme de dos hojas, que da al mar y a la mañana, además de a un generoso porche cubierto por una tupida parra. Bajo ella, una larguísima mesa rodeada de un montón de sillas pintadas de azul, de rojo y de amarillo; a los lados: madreselvas, jazmines y geranios casi salvajes. Al porche se accede también por un camino poco empinado y empedrado de pizarra, que parte unos treinta metros mas abajo, bajo varias frondosas hayas que están dentro de la propiedad, al lado de la carretera. Del exterior se pasa por la gran puerta a un salón amplísimo: a un lado hay una gran librería, repleta y ocupando el paño de pared de una punta a la otra; al otro, hermosos ventanales desde los que también se ve el mar; Una chimenea se encuentra en una esquina. El suelo es de madera. Las habitaciones, todas con mucha luz, son espaciosas y bien distribuidas; hay varios dormitorios, una salita acogedora por cuya ventana entra el sol, un gran despacho y una bodega a la que se accede por una escalera desde la cocina. Todo en la cocina es de colores llamativos y es tan grande que alberga mas que holgadamente una enorme mesa redonda en su centro; no le falta tampoco luz ni grandes ventanas que parecen enmarcar las vistas a unos montes nevados y a un valle descaradamente verde. Los muebles cuidadosamente escogidos, la decoración gratamente minimalista; parecen sacados del más afortunado de mis sueños; los objetos están donde a mi me gustaría que estuvieran; las pareces casi desnudas; con las pocas pinturas, los escasos dibujos y alguna fotografía que yo habría escogido. Al final del ancho pasillo que distribuye los dormitorios se abre una escalera con barandilla que da paso a la planta alta; el primer piso es una gran habitación abuhardillada de las mismas dimensiones que todo el piso bajo, pero totalmente diáfana. Está llena de infinidad de trastos que despiertan mi curiosidad y mis recuerdos: antiguos baúles, anticuados artilugios, añejas cajas de cartón con montones de revistas, documentos y libros pretéritos; armarios trasnochados repletos de ropas veteranas y muebles vetustos a medio tapar con lienzos que debieran estar polvorientos pero se muestran inmaculadamente limpios. Aunque pueda parecer extraño me la venden con todo, tal y como está, los muebles, los libros y hasta los trastos del desván, el precio es de risa, realmente increíble... y la puedo pagar de la forma que quiera. Si lo llego a saber, me muero mucho antes. |