DEMASIADA REALIDAD (II)
Para Frutitas
Una acera suele estar separada de la de enfrente por un espacio relleno de vehículos en movimiento, rellenos a su vez estos de humanos sedentarios con ilusiones de desplazamiento.
Una vez salvada la distancia descrita anteriormente alcancé la acera de enfrente (esta, no la otra) para encaramarme sobre un bus intercomunal. A pocos minutos de iniciada la espera apareció uno totalmente apropiado para mis fines, satisfaciendo mis expectativas. Lo que no satisfizo mis expectativas eso si fue que, una vez cancelado el pasaje, caí en cuenta que había olvidado en la oficina mi Increíble Libro de Increíbles Historias Espaciales. Algo decepcionado me senté como siempre (si, lo confieso, tengo más manías que creencias) en la ventana poniente de un asiento cualquiera del lado occidental del vehículo, componiendo mi mejor cara de turista pasmado.
Problema: No había lectura para el camino.
Dato: El paisaje que se deslizaba raudo por el cristal era el mismo que el del día anterior y el día anterior y… ya saben.
Solución: No es un bus intercomunal, sino una nave interespacial. No es el mismo paisaje de ayer hasta la nausea, sino el Cosmos. No soy un turista pasmado, sino todo un señor-Spock-los-accesorios-se-venden-por-separado.
Cómo el viaje por el vasto espacio es largo aún a velocidades hiperlumínicas y dado que HAL-9000 tiene todo bajo control, tomo la sana decisión de sumirme en hibernación suspendida, no sin antes programar mi reanimación para los momentos previos a alcanzar el satélite V-1N. Punto seguido, lo hago. Cómo todos sabemos, no pasa nada durante la hibernación, no sueño, no respiro, y HAL-9000 se comporta como todo un gentleman, ajeno a envidias kubrickeanas.
Cuando comienzo a desperezarme mientras mi cápsula translúcida se abre en silencio deduzco que, obviamente, estamos a punto de llegar a V-1N. Lo confirmo y reconfirmo mediante los instrumentos de navegación, tras lo cual pongo la nave en órbita estacionaria y desciendo de ella, aun cuando otros aseguran, no tan lejos de la verdad, que desciendo del mono.
Solo resta salvar la distancia que separa la escotilla de la superficie de V-1N. Estoy a punto de posarme sobre el asteroide cuando veo, horrorizado, que un meteoro viene hacia mí en curso de colisión.
De un salto llego al bandejón central de 1 Norte con puente Villanelo, recordando de pronto lo endemoniado que es el tráfico de medio día y que ya estoy bastante grandecito para jugar al espacio. |