Me he hecho jirones.
Profundos cortes.
Me he abierto
hasta donde no soy
ni me conozco.
He aprendido de memoria
mil provincias,
las inútiles costumbres
de los quelonios.
He buscado.
He buscado ese teorema álgido
que solucione mi yo
y mi ahora.
Busqué el descanso,
el anonimato,
tan sólo para olvidar,
olvidar
todo lo que no he encontrado.

Luego se me dio por las colecciones,
juntaba sensaciones,
epopeyas de los sentidos,
coleccionaba cosas
como lo haría William Wyler,
era igual del tipo que fueran,
coleccionaba con la única intención
de poseer algo,
de subyugar el por qué de las cosas.
Patético.

Ya sólo intento ser personal,
psicodélico,
convertirme en metáfora pura,
pero mi vocación, pobre flor,
nació ya algo marchita.