Era hermosa,
tal belleza no existía en este mundo.
Su alma se conservaba pura,
limpia de todo rastrojo humano.
Su apariencia era el de una
joven virginal
pero
su sensualidad era la de
unna experimentada mujer,
que consciente de sus encantos
no cae en lo burdo ni en lo
obsceno.
Deseo,deseo y sólo deseo
era lo que esta impetuosa
jovencita despertaba.
Se atormentaba
día tras día,
noche tras noche
-¿Habrá alguien que me ame?
Pero,
por más que buscaba
su cabeza no hallaba respuesta.
Su destino era tan maldito
como el de la Luna,
allí tan alta,
blanca,
radiante,
hermosa,
melancólica
pero,
para todos inalcanzable.
Se odiaba por ser bella, tan bella que
lloraba desconsolada en
cada rincón.
Culpó a su belleza
y sólo a su belleza
de tener que vivir sola
hasta que se acabara
el dulzor de su boca,
hasta que sus ojos,
alguna vez llenos de
esperanzas en encontrar
ese alguien que la
amara y que la
enamorara,
hasta que esos ojos
ya no tuvieran fuerzas
para parpadear,
hasta que esas
estrellas perdieran su
destellante fulgor para
siempre. |