Sigue haciendo que mis palabras sean mudas
-sigo siendo no importante-
Que tu oído siga sordo ante mis quejas.
Ya no soy aquella
Que se acostumbró de jar todo pasar
Por fin soy yo,
Esa a quien le gusta darle solución a los problemas.

Sigue Dándole la poca relevancia a estos dilemas...
Ya no me enfermo.
Ahora solo abrí los ojos ante lo que represento
Y mido voluntades con la inteligencia.
Mi innata rebeldía me enseñó a no ser sumisa
Ante cosas que de justas tienen poco
Y en la vida me enseñaron que al dormirme
No debía dejar sin resolver esos problemas.
-No dormía-
Pero tu afán de dejárselo TODO al Universo
-Hasta cosa tuya y mía-
No se acabó nunca
Y preferí mi salud antes que una vida marchita:
Una voz sin alegría y unos ojos sin sonrisas.

Ya no busco las tormentas; me gusta el cielo seco.

Cuando algo se incendia
El fuego se apagará
Con la ayuda de todos los bomberos;
De lo contrario, todo quedará bajo cenizas
Y el que no ayudó a apagarlo, no vivirá para contarlo.