Papa Dios, he tenido un sueño...
Soñé que un día mis alas ya no existían y caí estrepitosamente a un lugar oscuro y me sentí nervioso. Pero de pronto, ese lugar oscuro se volvió tan agradable, su calidez me envolvía con su arropo maternal.
Pero un día me sacaron de ese lugar perfecto, y vi una luz cegadora que me asustó por lo que sentí que debía llorar y expresar lo mal que me sentía, pero por más que gritaba que quería volver al lugar cálido, las personas que allí estaban parecía que no me entendían y por el contrario sonreían mientras me escuchaban llorar.
Y me entregaron en manos de alguien... alguien que me hacía sentir como en ese lugar... sus manos eran suaves y su voz una poesía, y el calor de su regazo hizo calmar mi angustia... Abrí mis ojos y noté su dulce cara... pero también noté que mis alas no existían... y traté de volar, pero ni siquiera pude moverme... me sentía bien en los brazos de tan dulce mujer, pero mi tristeza era profunda después de saber que no podría volar.
A medida que fue pasando el tiempo, me fui acostumbrando al hecho de no poder volar, y poco a poco iba aprendiendo algo nuevo, hasta que descubrí que mi cuerpo había sustituido mis preciadas alas por dos largos instrumentos llamados “piernas”. Y caminé... caminé mucho, amaba caminar. Pero no me gustaba lo que veía a mi alrededor: muerte, hambre, guerra... y no podía escapar de ello. No podía entender tanta crueldad... aún después de despertar, me encuentro indignado... ese sueño se veía muy real.
Me sentí desesperado por volver a tener mis alas y te llamaba Papa Dios, te llamaba incansablemente, ya no podía resistir, ya no podía...
Y desperté...
- ¿Qué era eso que soñé, Papa Dios?
- El mundo, Ángel...el mundo.
Pd: Hey!!! ¿¡¿Y mis alas!?!?
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