A VECES PASÓ FRENTE A MÍ
UNO
HUELE COMO A SILENCIO...
Un camino de pétalos frescos como reflejo de la última vez, indica el camino a seguir. Hoy la miran todos y también todos quieren abrazarla, las mismas mujeres de sonrisas desdentadas que llevan esos nombres de muñecas con que alguna vez bautizó a sus hijas plásticas de ojos fijos, tan tremendamente tiesas, que su afán de madrecita convertía en ternuras a la hora de los colores hermanados con el sol.
LOS NARANJOS EN FLOR
Desciende en silencio del vehículo, es que casi no quiere que la miren, ella viene ignorante de ritos a esa hora de diciembre cuando el reloj se clavó.
Saluda, da palmaditas en la espalda con confianza, dócil la mirada...Tantas mujeres en la puerta aguardan este día que dice adiós. Sus rostros marchitos después de una vida que nadie entiende el dolor.Sollozan, le abren paso, murmuran y se mustian con el calor y el viento que nunca llegó.
EL VIENTO NO DICE NADA
Algunas de esas muñecas viejas la estremecen, se abrazan a su cuerpo trasnochado y ella que ya no aguanta, avanza para mirar el sitio que será mejor. Huele a flores, diligentes las de menos edad disponen floreros, traen agua, simulan que nada pasó, total ella levantó esta sede, era tan buena y de aquí tiene que salir por última vez. Siempre venía por las tardes como ahora, se sentaba a tejer un algo de vida con sus pañitos, con su croché. Mire que irse así...
Se queda a su lado y reza como le gustaba a mamá hace siglos, un coro de voces la sigue y se eleva casi celestial. La mira de frente, desde este lado de los cristales. Allá en el fondo tan lejos, la quietud se enredó con la distancia nadie sabe bien lo que pasó.
UN ÁNGEL MUEVE LAS ALAS
Se desanda el camino, las manos humildes le enseñan, la dirigen en esta torpeza del silencio que amaba, era bueno no saber, era como la magia de atrapar la vida y esperar cada día. El cirio a los pies, señorita, tiene que estar encendido para que su mamá encuentre el camino hacia la eternidad, si es cierto...claro, usted sabe más, yo realmente no sé donde se dejan las tarjetas.
Suena un celular, es la hora de las condolencias y algunos lloran con su tristeza tomada a préstamo. Con la cortesía desnuda de palabras agradece todo esto que no entiende, se marea con este aire tibio mientras una garrapata pasa lentamente frente a los pies de los presentes.
Las flores le gustaban tanto. Ahí las tienes, que te ahoguen, que te acompañen en esta vida nueva cuando no alcancé a llegar. Qué le estará diciendo mientras la mira tanto, pregunta la rezadora de atrás. Ah, pero no te olvides, madre, que yo te vestí a medias, arreglé tu pelo, cubrí tu desnudez . A quien le importa nada. Sólo las luces encendidas presagian esta absurda verdad mientras toma el ramo de flores que debe llevar, pero qué hago con esta corona, que alguien me ayude, se desarma copiando los pasos arrastrados que se sienten venir.
DOS
UN TREN A LO LEJOS
Un tren saluda al cortejo, es como en la infancia ¿recuerdas, madre? Es el mismo ferroviario de abrigo negro que te viene tal vez a encontrar. Hace calor, pronto será navidad, los aromos crecieron, los naranjos siguen de pie por tus calles, por qué no los quisiste mirar...tú te lo pierdes, piensa mientras el sol quemante deshace en sus manos los pétalos del camino.
Un viento suave le sopla al oído, le duele el alma, ya dejará esta herida algún día...algún día dejará de sangrar...
FATAMORGANA
Patricia Lara Arriagada
|