Zxxxyypzzfff se levantó aquel día más cansada que de costumbre. Después de un sueñecito de una hora ( el que tenían asignadas todas las recolectoras ) ya debería estar preparada para otra dura jornada de trabajo...en teoría...
Pero no se encontraba bien. Sus seis patas le fallaban, no podía dar siete pasos seguidos, y tenía que apoyarse en las paredes de la gruta que le conduciría al exterior. Entonces se dió cuenta de que, en realidad, el problema venía a causa de que sus patas no querían ir a donde su pobre cerebro de hormiga quería que fuesen. Así que se dejó guiar por sus extremidades. Estas dieron la vuelta, adentrandose en las entrañas de la Gran Casa. Zxxxyypzzfff se sorprendió de la seguridad y aplomo con el que sus patas le guiaban, metiendose por caminos y vericuetos en los que jamás había estado, aunque era evidente que el rumbo tomado se acercaba bastante a las Grandes Despensas, solo que por un camino diferente del que tomaba cada día para traer el alimento a la colonia. Fué entonces cuando se dió cuenta de que todas las hormigas que se encontraban en aquella zona, andaban en la misma dirección, y con una expresión en su rostro que deberia parecerse mucho a la suya propia, una mezcla de cansancio y sorpresa. Minutos más tarde, todas sus compañeras de viaje y ella misma llegaron a una gran sala llena de hormigas viejas, en la cual sus diminutas patitas dejaron de moverse, hasta que les sobrevino la muerte, y pudieron ser recicladas en el desayuno del dia siguiente. Habían sido hormigas desde la prehistoria, y seguirían siendolo durante muchos, muchos reciclajes... |