Un amanecer de caramelos
desde la cumbre de las risas,
o tal vez el goteo del ámbar en pleno bosque.
De este ramo de orquídeas
te regalo el terciopelo del
viento marino pegando en la cara
y la frescura de una perla
para ser el bálsamo a tu hiel.
Coge cuantos cristales a tus pies caigan,
cuantas melodías de miel
toquen tu piel,
y si aún el deseo te atesta
toma el ruiseñor que en la esquina te canta
naufrago en mi trova.
Texto agregado el 05-07-2005, y leído por 164
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
08-07-2005
Yo creo que eso de cortar las manos es fundamental, es flagelar la carne para encontrar al espiritu...ni el amor escapa al sufrimiento. Se nota la total entrega en todo sentido. Saludos! SandiLaguna
05-07-2005
Sí, pero los cristales pueden cortar las manos...
Y si fueran trocitos de espejo? Pablo_Rumel
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