La observa dormir con los ojos abiertos. Aunque la oscuridad sea perfecta.
Porque la oscuridad es perfecta.
Percibe la mirada vidriosa y fija. Centrada en ese sueño propio de los insomnes.
¿Será posible, quizás, blandir la espada y cortar las pesadillas de cuajo?..¿O será preferible dejarla soñar hasta que se aburra de ellas ?... No lo sabe. Ni le importa.
Sólo sabe que vendrá por él. Y hará lo que haya que hacer.
Permanecer quieto. Es lo que debe. Además… ¿quién podría hacer otra cosa?
Permanecer quieto, pero no inmóvil. Con la quietud de los que desesperan, mientras esperan una respuesta a los interrogantes que se agolpan en el estómago…
La aguarda todas las noches, con las puertas abiertas a los destinos inciertos.
Sabe, que ella sabe que llegará para complacerla. Víctima voluntaria de su placer insano.
Sabe que no deberá hacer nada para que ocurra. Sólo ocurrirá.
Y está allí para satisfacerla.
Pero lo hará esperar. Esperar con desesperación. Así disfrutará más.
Ella…no él...
La abraza mentalmente, y no puede evitar sentir el dolor que el placer produce cuando se lo piensa y no cuando se lo siente.
Aunque al sentirlo el dolor será más fuerte. Inevitablemente mortal.
¨L´petit morte¨.
Así…Literalmente.
No puede ni quiere moverse de allí.
Sólo esperarla…
Esperar que salga de su letargo calculado, y se desperece. Que sus apéndices se mueven lentos. Como buscando la melodía que los acompañe.
Ding… Dang… Dong…
Sonarán las teclas del xilófono de seda, mientras avance.
Y se tensarán las cuerdas que la acerquen hipócritamente complaciente…
No comprende demasiado bien su papel. No le interesa comprenderlo. Debe jugarlo. Como desde el inicio de los tiempos.
La intuye, en ese egocentrismo que la define.
Siente que sólo le resta quedarse allí. ¿Qué más?
Ella llegará pronto.
Se subirá a él y libará de él. Hasta lo más profundo.
Y serán…aunque ella crea lo contrario…