MEDELLIN 5 DE LA TARDE DE UN DIA CUALQUIERA
Ya se va el sol tímido de invierno.
De pronto cambia el clima, ahora sopla una fuerte brisa de ventisca y yo me dispongo a caminar por " La Playa", ese océano de concreto.
Llego hasta los alrededores del Pablo Tobón Uribe y con pitos y flautas, pasa una caravana de los mismos políticos promeseros de siempre y su séquito de aspirantes a mamar de las tetas del estado, anunciando por millonésima vez las buenas nuevas para el pueblo, por medio de alto parlantes y volantes.
Llueve, me emparamo y corro en busca de un escampadero.
Con la lluvia doy rienda suelta a un tropel de pensamientos, siempre ignorados
La moral, el idioma y hasta el pensamiento, no los inculcan desde tierras extrañas.
Nos valoran y nos valoramos con patrones impuestos.
Estamos contaminados desde el mal llamado descubrimiento.
En la casa, en la escuela, en la iglesia, en todas partes nos limitan, o tal vez seamos nosotros mismos, los que nos limitamos y retrocedemos ante las dudas cotidianas.
Yo a veces solamente soy dudas y exasperación y me convierto en un acelerado de carreras perdidas.
Pero cuando camino muy largamente, siento renacer mi espíritu, mis raíces insobornables, mis propias bases, que yo mismo he distorsionado muchas veces deliberadamente.
Otras veces me fluyen cosas simples, como mirar hacia el firmamento, disfrutar del sol de las vacaciones y de las lluvias torrenciales de octubre...
El caso es andar, mirar, escribir, aprender de la palabra y de la vida llena de colorido y movimiento, mi deseo es entonces encender la luz, que mi propia torpeza apagó.
Me fluye mirar hacia lo alto, pensando, que si verdaderamente quiero llegar a ser artista, debo estar solo, para poder perderte en lo mío.
Hay que inventar, necesitamos algo más, para poner a funcionar nuestras propias palabras.
Si miro la naturaleza y el espacio, entre más los aprecio, más es su extraordinaria hermosura y eso basta...
O siento la tristeza de saberme un ser efímero, que camina en medio de los ignorados, como un pasajero más de estas calles de Medellín, que las llevo en mi corazón, sintiéndome parte activa de esta aglomeración de soledades.
Sigo bajando y leyendo los letreros que se cruzan a mi paso, cosas vagas o mirando anuncios de filmes, que nacen en lechos de dólares, haciendo la apología de la violencia y la destrucción. La apología del crimen para que esta juventud especialista en copiar y llenar de sangre de verdad las mentiras de anilina de los rambos gringos.
FRONTERA DESTINO AL INFIERNO
Un sofisticado film, que narra las aventuras amorosas de un guerrero Americano, en un violento país del tercer mundo.
Pobre país que importa hasta la cultura de la violencia.
De pronto veo un cuadro desgarrador de esos tantos cuadros que hacen a Colombia un país inviable, al menos para muchos de sus habitantes especialmente los niños y me dispongo a escribir con los labios apretados esta:
HISTORIA DE NADIE
Abandonado a su suerte, a la no infancia, viviendo de la basura y los desperdicios, sin juegos y enfermo, está tirado en la calle un pálido retoño.
Junto a él, de pie, su hermanito mendicante, cuadra una cartulina blanca, sobre el cuerpo del niño, tirado sobre el duro y frío pavimento y se agacha a escribir un cartel, con una tinta roja tan pálida y acabada, como su anémico hermanito.
Señora y señores les pedimos una limosnita.
Ayer en medio de este calor insoportable
Nos tumbaron la casita con volquetas del municipio, dizque para protegernos del invierno que viene.
Somos diez hermanitos pequeños, a mi mamá la tienen que operar.
Me da mucho miedo robar, porque nos llevan cárcel.
Vivíamos en los ranchitos y ahora estamos en la calle.
Antes vivíamos en el campo pero nos obligaron a abandonar la tierrita que nos dejó el abuelito.
Somos desplazados.
Dios se los pague
Más abajo, llegando a Bellas Artes, la cara opuesta de la situación, vehículos negros silenciosos, es un encopetado entierro, que paraliza el tráfico.
Es la pompa, el boato de la muerte, varios mariachis le cantan a un muerto que no oye las melodías que de pronto le negaron en vida.
Continúo mi camino, pensando que en la cartulina y en el entierro están dibujados los estratos de la ciudad, eso es Medellín, fastuosidad y miseria.
Además pienso que es cierto el aforismo, “después de la partida el rey y el peón los guardan en la misma caja”.
William H Ramírez P
2005
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