Andy Myer Hanson sostenía con sus manos una bonita hoja de afeitar de supermercado.
Se disponía a afeitarse como cada mañana hasta que un ligero zumbido desvió su atención hacia la ventana.
Asomó medio cuerpo buscando incesantemente el origen de esa creciente vibración que había comenzado a hacer tiritar las paredes. En cuestión de segundos alguien llamó a la puerta.
Tras ponerse su camisón de seda y sus zapatillas de suela de goma bajó al recibidor y abrió la puerta sin pensarlo demasiado.
No había nadie, nadie excepto Andy Myers Hanson.
Quien le agarró de la cabeza y tiró fuerte hacia él dejándolo inconsciente por segundos y alejándose luego.
Lean El hombre de Cristal
Texto agregado el 03-07-2005, y leído por 138
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Es gracioso, pero sobre todo me recuerda a esta idea de soledad que planteas en "El hombre de cristal", no sé, abrir la puerta y encontrarte a ti mismo suena a no tener nada más en tu vida que a tí mismo. Un saludo, Lu. Lurylow
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