Separación
De acuerdo.
Hagamos una tregua.
Nosotros ya anduvimos en trances parecidos.
Al parecer, no nos resulta imposible.
La vida nos expone a pruebas
terribles que, en medio de un sueño, las rechazaríamos,
y, en la realidad, las aceptamos;
las tragamos como si fuesen recompensas amargas
a nuestra credulidad, a nuestra entrega.
Y comprendemos que el mundo continúa,
que todo sigue su curso normal,
que sólo nuestro corazón se ha parado
por un instante. Hasta que él despierte
al latir naciente de otro sentimiento;
al pulsar nervioso y creciente de otra
especie de eternidad ilusionista.
Entonces "no existe el imposible";
sólo es una vuelta más,
un pequeño giro en la inmensidad
de la curva que debemos recorrer.
Aunque se hace difícil
volver a fijar la vista en la Luna
con un sólo par de ojos.
Y las estrellas, antes infinitas,
ahora se vuelven vulgares y vacías,
Se hace raro, y los pensamientos
se tornan umbríos y fríos, como la noche,
volver a cruzar solo las calles
sin sentido de realidad, ni esperanzas.
Y digo "solo", porque
aunque estás acompañado
y tus piernas llevan el ritmo
de otras piernas,
tu alma está en otro lugar,
estéril, muda, contemplando
otro momento,
y enlazando tus manos
a "otras" manos...
Sí. La tregua drástica
de las pasiones, trae calma...
Pero, esos ojos que reflejaban y atraían,
como un magnético espejo, al amor,
esas manos y miradas ambiciosas
de respuesta, de búsqueda, de ternura y calor
(ahora ambas esquivas y nerviosas),
tal vez ya nunca vuelvan a mirar así,
ni a acariciar, como enredando
el alma y los suspiros y los besos,
en ese mismo Cuerpo,
que era tu cuerpo
y era mi cuerpo.
¡Qué importa que nuestras almas
sufran y lloren, mientras esta Unidad
se está haciendo fragmentos de sollozos,
ahora que ha sido desmembrada!
El Sol se pondrá de nuevo;
dando fin y comienzo a otro giro.
Buenos Aires, 31 de marzo de 1987.
María Luisa Landman R. |