Pues sí hombre, ni para qué te cuento.
Yo iba hablando con Pablo de quién sabe qué cosas cuando la vi.
Llevaba puesta su faldita azul, y esa camiseta blanca de escote profundo que tanto me enloquecía.
Su pelo suelto ondeaba al ritmo de sus pasos, largos, suaves, como si el mundo entero fuera a abrirse para darle paso.
Así camina ella. Con la certeza de ser la más hermosa mujer que haya visto la tierra.
Y lo es.
Yo tragué saliva y traté de esbozar una sonrisa cuando la vi acercarse.
Caminaba directamente hacia mi, sonriente y decidida.
Yo pensaba mil cosas.
Recordaba las noches que pasamos juntos, nuestros viajes, infinitas anécdotas que nos hicieron reír. Todas las imágenes bombardeaban mi mente mientras mis ojos se clavaban en ella tan profundamente que los debió sentir penetrando su piel.
Finalmente llegó hasta mí.
Pablo la besó, se tomaron de la mano y me dejaron ahí parado con un adiós medio afanado.
Supongo que ella no sabe lo que hemos vivido noche a noche en mis sueños.
Y Pablo… espero que llegue a amar a la mujer de mi vida.