Mojados hasta las uñas bajo la tormenta, disfrutando cada gota que rueda como una caricia sobre mi nariz.
Mis ojos tan negros enmarcados de pestañas húmedas se vuelven más profundos al mirarte sonreír de frío y de dicha. Y tú me miras tal vez pensando lo mismo que yo… que somos amigos, los mejores, pero que bueno sería…

Encontramos un lugar para resguardarnos de la lluvia: tu casa.
Y no es que la lluvia nos disguste, claro, pero el frío va calando hasta los huesos y tu propuesta de chocolate caliente con pan cae como un magnífico sueño por realizar.

Llegamos allí y fue necesario quitarnos la ropa mojada, por el frío.
No hubo chocolate, ni pan… pero vencimos el frío…