Inicio / Cuenteros Locales / daicelot / Y ya no quedan arcas
[C:119439] | ||||
Hablaría, si pudiera. O quizás si pensara en vez de jugar con lo loco que se me va ocurriendo. Así podría decir que el mundo es solitario, y que llover es un ejemplo de su soledad, pero eso me agotaría o me haría ver cosas que quizás no quiero. Viajar en micro es la prueba. Ver, cristalizar las luces naranjas de los faroles a través de las gotitas crisálidas, lacónicas, chopinescas que se aparecen y desaparecen como por arte de magia, o entre silencio y silencio, espacio entre canciones, también. Hablar. O el tiempo que corre, cojea, gatea. Hablar. O el tiempo que se escurre en una gotera constante, o en un recuerdito con olor a naftalina remota. Callar. Cantar. Pensar. Caminar se vuelve un vicio, escuchar en vacío, reflexionar sobre las cosas que nunca suceden, sentir las goteritas suicidándose contra el paragua abierto. Llegar. Comentar. Realizar. Terminar. Distorsionar. Laconizar. Amenizar. Se mojan los pies. Se enfría la nariz. La respiración sale con humo, neblina interna. Sólo eres tú y el repiqueteo de las goteritas kamikaze. Sólo ellas y el agua que se cala hasta el fondo del alma. Recordar. Saltar; en una poza. Saltar; en otra poza. La lluvia sube. La lluvia cae. Los pensamientos lamen el pasado lentamente, con aspereza, con arena en el ojo, tierra en todos los lugares que nunca visité. El avance se vuelve imposible, además, no se desea. ¿Y qué se desea? Me pregunta sin decir nada. Pues eso. Nada. Es como si la vida misma fuera estar parado bajo la tarde, esperando que llegue un cartero vikingo montando un camello hindú trayendo la carta que te envía Solimán desde el futuro. Carta amarilla y vistosa, con sello, pero sin líneas adentro. |
Texto agregado el 02-07-2005, y leído por 220 visitantes. (0 votos)
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login |