Bien, aquí estoy, como lo pediste en realidad me obligaste) no quería hacerlo (no quiero hacerlo) pero sabes que no puedo negarte nada.
Durante todo este tiempo he deseado abandonarte pero no lo has permitido, nuevamente te saliste con la tuya.
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Aunque ya no soy la misma que hace 340 años, mi carne se ha descompuesto, los ratones royeron mis ojos y mis huesos se blanquearon. Me has vuelto a llamar.
Sigo prisionera de este cuerpo maltrecho, solo por tu placer. Debería rebelarme nuevamente, como aquella vez ¿recuerdas? la única ocasión en que yo he ganado. ¡Cuán ingenua fui al pensar que muerta me dejarías en paz!

Nunca me perdonaste el haberte abandonado. Por eso cada año, el primer martes de luna llena, me traes de regreso a este mundo que tanto odio.
Me obligas a despertar de mi letargo y dejar mi lecho de roca, solo para probar tu poder sobre mí.
¿Sabes? ya no me molesta, a fin de cuentas para mí es solo una noche...
Tú en cambio, estas condenado al infierno de vivir eternamente.