Hubo una vez, como pudo ser en cualquier lugar de esta tierra, donde un joven hombre terriblemente enamorado, de la más bella y esplendorosa mujer que jamás allá conocido su memoria. Pero en su afán de tímida conquista, surgió entre ellos esa gran amistad, que sumada a su diferencia de edades, siendo ella mas joven, le impedía confesarle su profundo amor.
Mientras, ella pasaba sus días pensando y contando en como seria el hombre de su vida y en como se imaginaba el estar enamorada, él se reventaba la cabeza pensando en como evadirla de su pensamiento. Pero entre más lo intentaba más se enamoraba, y, más doloroso y difícil le era hablarle directo a los ojos, como ha ella le gustaba.
Pasaba largas horas en su oscuro y solitario cuarto, meditando sobre ella y la forma de decirle la verdad. Mas en alguna de aquellas frías noches, pensó que podía existir una manera de terminar con ese agónico silencio, entre aquellos viejos libros de cuentos, hechizos y magia de hadas, de los que tanto hablaba su abuelo.
Decidido a encontrar la manera, de acercarse a ella como el ser mágico, que le cumpliría aquel deseo que ella tanto anhelaba, encontró entre aquellas paginas la forma de convertirse el mismo en un duende, cuya única condición para ser nuevamente humano, era la de convencer a la mujer amada, de pedir su deseo a favor del hombre que lo había enviado.
Así fue, que sin mas espera, aquella misma noche, se le acerco entre sueños y sabanas, la llamo por su nombre, y solo fue hasta la tercera ves, en que ella despertó, e enmudecida por el miedo, con grandes ojos de espanto le observaba.
Él trataba de tatararearle el porque de su presencia, pero ella no tenia sentidos para oír, mas la noche corría y el tiempo de sus hazañas se reía.
Así que tomo rápida y suavemente una de sus manos, y empezó a confesarle - un gran amigo tuyo, cuyo nombre solo tu reconoces, me ha creado exclusivamente para cumplir tu más intimo deseo, él siempre te ha amado, y ha tratado de mostrártelo en el silencio de sus frases, en la agonía de su mirada, en el frió de sus lagrimas perdidas-
Mas ella se mostraba confundida, extraña e insensible, ante aquellas palabras, y solo aparentaba estar sumergida entre pensamientos, mientras el duende empezaba a caminar de un lado a otro, mientras articulaba estas palabras -“Solo un deseo te voy a cumplir y una única condición te voy a pedir, que lo que pidas, a él mismo, el doble le he de cumplir”.
Ella sin embargo, apretó los puños, abrió mucho los ojos gritando enojada, casi entre dientes, - deseo no volverle a ver jamás -
Pronunciado esto la sentencia, se llevaría a cabo inmediatamente, así que el duende coloca su mano frente su cara y dejando solo sus dos dedos más largos sin recoger, enclava estos en sus ojos para nunca mas volverla a ver...
28 de Enero del 2003
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