En algún lugar del que no quiero acordarme, yacía colgado de un madero y en medio de un pastizal, un viejo y ruin espantapájaros.
Este vació y solitario espantajo ya no asustaba ni a la más despistada alma, razón por la cual los pájaros gozaban llenándole de heces y jaloneando lo poco que componía su pavorosa alma.
Una tarde, mientras miraba a lo lejos, soportando su melancólica existencia, observo, como una de aquellas aves, dejaba caer desde su pico, un buen trozo de pan en medio de toda una bandada de ellas que reposaban en el suelo.
Esto produjo tal confusión que desencadeno una sola reacción de todas a la vez, volando en diferentes direcciones.
El espantapájaros observo esto con tal detenimiento, que empezó a meditar sobre viejas hazañas y nuevas ideas.
Así le llego la noche, y por primera vez en un no muy memorable tiempo, logro dormir con una clara sonrisa en su rostro, como quien se siente seguro de su triunfo.
Una ves amaneció, dio espera a que una buena mayoría de pájaros se reunieran en el pastizal, un rato después y muy decidido, se sacudió todo la inmundicia, polvo y plumas que en el posaban. Empezó a caminar por entre el pastizal, mientras que una que otra vez se agachaba a recoger pequeñas piedras, una vez llenaba sus manos regresaba a alojarse de nuevo en su lugar, los pájaros le observaban muy atentamente, con mucha curiosidad, solo se les hacia extraño mas no temerario.
Las aves siguieron con su monótona vida, descuidando por completo la extraña acción del espantapájaros, el cual al ver a todas esas aves, puso a prueba su primera parte de su estrategia, lanzando al aire las pequeñas piedras que había recogido, logrando así aporrear a una que otra, ocasionando una estampida, con la cual otras de ellas se encontraron de frente y sin poder evitar golpearse.
A la mañana siguiente repitió su paseo, pero esta vez solo simulo recoger algo, regresaba a su lugar, y esperaba que la duda hiciera el resto.
Así, pasaron algunos días antes que la incertidumbre de los pájaros por saber en que momento lanzaría lo que guardaba entre sus manos, vivían en medio de nerviosismo y la duda de lo que tramaba el espantapájaros, les hizo desistir de seguir en ese lugar que ya había tomado nuevo dueño.
Mucho tiempo después, en un lugar tan solitario, aun se escuchan las carcajadas de triunfo, de uno que se enfrento a miles…
Carlos Alberto Diaz Reales
Abril 19/05 |