La Porno

Sus vertebrados admiradores,
nosotros,
sutilmente la llamamos
"La Porno";
por sus nalgas amplias, preciosas
salvajemente preciosas.

Sus pechos insolentes, vírgenes olvidan, en tierra, las cadenas de la gravedad,
sus curvas asfaltadas conducen los ojos,
en un viaje lascivo e ignífero,
al cuello egipcio, escalera que desemboca
en su rostro, Galatea inofensiva.

Ay Porno,
por nosotros, gira ciento ochenta grados.
Mira el horizonte lleno de saliva que espera tu boca húmeda.
Visítanos en los sueños más turbados,
por favor
hazlo por nosotros.
Ahora,
y cada vez que mis ojos te muerdan,
soy un bicho intoxicado.

Mis versos no se asemejan ni a tus poros, Porno.
No tienes por qué leerlos.
No tienes por qué leer. (Porno, no lo hagas)
Tú, sólo voltea
contempla la lluvia anodina que, pronto, babeará tu interminable cabello.
No hables,
besa.

Mi esencia xy muere por nominarte "emblema de la lujuria comunal"
e introducirse, en soma, hasta el templo luminoso de un gemido.
Pero yo soy semental de mujeres afiladas, por poco, tenebrosas.
Díscolas sacerdotisas amputadas.
Tú,
dame y danos la espalda,
por lo menos hoy que el ni tiempo te mira.
Muéstranos, bella Porno,
las dos caras de esa luna
que, en silencio, hace gritar a los potros amaestrados
que cada uno moviliza en la próstata
Por favor,
deliciosa Porno,
hazlo por nosotros.