Ya me cansé de ti y de tu poesía sosa- me dijo Millana aventándome los papeles, en los que estaban escritos, a la cara.

Yo los recogí e hice con ellos un cartucho, lo encendí y me lo fumé atorándome con el humo de la insubstancialidad. Encontrando, después de varios porfiados intentos, algo agradable en el acto de aspirar el gas mortífero. Era como una revancha contra la intensidad de la esencia, me encontraba sumido en el gusto por la nada, de absorberla y consumirla completamente. Es el vicio más placentero que se les pueda ocurrir, penetrante e hipnótico. Así que por meses escribí la poesía más insignificante que podía con el único fin de hacer un cucurucho con los papeles en los que estaban escritos y fumármelos.

Sin embargo, sucedió algo que amenazó terminar mi felicidad. Aunque traté por todos los medios de esconder mi encantadora afición; un día adverso, uno de esos amigos que confunde la confianza con la intromisión (y para remate, médico era el infeliz) me descubrió en aquel acto fantástico. Me cogió del cogote y me quitó el lumínico objeto de mi éxtasis.

¿Qué haces? Te estas envenenando- dijo exaltado y un tanto preocupado.

Prácticamente me alzó en peso y me llevó a su auto, igual a un secuestro. En el camino al hospital recriminaba mi conducta amonestándome como a un niño. Ya dentro de aquel hospicio infernal, pasé unos ratos muy amargos, exámenes, análisis y revisiones torturantes. Salí del consultorio y me senté en el silloncito de cuero de la estancia a la espera de un desenlace. Finalmente, luego de horas de extenuante espera, mi casi ex amigo salió con los resultados en las manos, tenía la cara confundida y algo abrumada.

¿Qué pasó? ¿Cuáles son les resultados?- le dije con algo de ansias.

Tienes Cáncer Anodino- contestó. Las palabras salían de su boca como de un parlante, frías y sin expresión, casi electrónicas.

¿Qué? ¿Qué es eso? Nunca oí hablar de algo así- repliqué con más curiosidad que preocupación.

Bueno, es el nombre que le dimos en la junta de médicos, porque eres el primer paciente con este tipo de enfermedad. Es un tipo de Cáncer en el cual el proceso neoplásico se da de una forma muy lenta, imperceptible para el común de la medicina, pero no para los médicos de este hospital que tenemos lo más avanzado de la ciencia médica. En fin, el Cáncer Anodino, no tiene la mayor importancia, es insignificante, ineficaz, o sea, benigno- dijo todo aquello con la misma expresión de zombi que tenía antes.

Yo no pude contenerme lo abracé; mientras las lágrimas de alegría rodaban por mis mejillas, y con una estúpida voz entrecortada le dije:

¡Gracias! ¡Gracias! ¡Es la mejor noticia que me han dado en la vida!

Salí disparado hacía mi casa, cogí un lapicero y las hojas más bellas de mi escritorio, esa noche escribí la poesía más sin sentido de toda la historia de la humanidad, armé un “troncho” con ellas y lo fumé a la salud de mi querido amigo el médico.