Encadenada a este mundo ahora me lamento por haberme tragado, de forma consciente, la única llave de mi libertad.
Vi la luz de la salida y no corrí hacia ella, no porque no pudiese, sino porque no tuve ganas de luchar, de hacer que mis piernas corriesen hacia ella para salir de aquí.
Ahora cierro los ojos y me compadezco de mí misma y de mi degracia, esto lo que me hace un ser tan sumamente patético.
No me atrevo ni a mirarme al espejo, me avergüenzo de mí misma y de mi estupidez.
Mi propia imagen se ríe maliciosamente al otro lado, y sólo puedo gritar de rabia e impotencia.
Rompo el espejo en un arrebato por acabar con todo, pero no consigo lo que esperaba, al contrario, ahora mi imagen se ve multiplicada en los trozos de cristal que han quedado esparcidos por el suelo, y con ella esa demencial sonrisa, fria, hipócrita,...
Yo me hice esto a mí misma, sin pensar pero también sin mirar atrás, y ahora que lo hago, veo todo lo que he destruido. A mí. |