Cuando pisé las hojas secas, su crujido suave se me antojó música.
Mis pies comenzaron a danzar y entré de lleno en una vida feliz y musical.
¡Lástima que no vi el río en el que desembocaba mi alfombra roja hecha de hojas sonoras, y me caí!
¡Lástima saber danzar tan bien pero no haber aprendido nunca a nadar!
Texto agregado el 30-06-2005, y leído por 156
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Lectores Opinan
08-12-2007
Para mí la aparición del río y la conclusión quedan al aire... igual me parece un buen microcuento... quilapan
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