En las planicies de alquitrán preservo la ungía de la posibilidad mítica de probar el licor carmesí que se escurre a través de tu rostro de arcilla. Y el rocío de la sangre evaporada toma vuelco sobre la plata azulada que constituye el portal sarcástico de sabor amargo.

El sol se escurre hacia abajo mientras la ceguera se completa en un ciclo de perpetuo movimiento, estático, continuo y maleable mientras que la oscuridad fugaz llena mi parábola de una visión mórbida y llena de calamidad. Y tu vestido es finamente delineado por la oscuridad y la sombra que sacude al débil corazón dentro de las únicas agujas que se entierran en tu piel, mi piel; coraza protectora, violada y violentada por la mano amiga de la sangre que me alimenta.

Mi dama envidiada tiene una mirada rápida, asesina y lenta en cuanto al dolor que propicia; la blasfemia se hace presente y me escuchas en lenguas antiguas. Pero porqué no me hablas en lenguas que pueda escuchar, en motivos impropios que me guíen hacia la plurisvalencia de el recato antiguo de los ancestros de cuero.

Canta plata azulada canta!! mientras el corazón-motor se ahoga en litros de saliva infectada con el veneno del desconocimiento y la traición constrictiva que constituye al himno de palabras muertas, actos vivos, inermes y postrados sobre tu piel serena.

Pinté las calles en blanco, la muerte es la Infracción uniforme para un premio complejo que se lleva como un grillete, como un castigo, como una maldición que me mira como bufón. Las calles que ellos hinchan son mi rostro mientras los animales avanzan por las multitudes que se resquebrajan con la estampida de putrefacción que se deja venir.

Quiero dormir mientras estas despierto, ser participe de como el alter-ego se presenta inclusive en los momentos en los que yo mismo me quiero hacer creer que no estoy tan loco; y dormiré solo cuando sea una causa perdida.

Si aún creo que seré siempre de esta manera, pues te equivocas. Si, estas loco.