Ivanna
Otra mañana cualquiera, son 9.55 am, llegaré tarde al trabajo, más tarde que mi habitual llegada tardía, pero prefiero llegar tarde y de buen humor, que puntual y de malas, pero eso es algo que no entenderá nunca el editor del periódico y un día de estos con muy buen humor me dirá que estoy despedido, cosa que me hace algo de gracia, pero muy momentánea, hay una muchacha maquillándose en el autobús, justo en el asiento de adelante, pincel corrector, lápices de color, rubor, sus manos elegantes, la esponjita de polvo, trazos coquetos sobre un rostro coqueto, imposible sustraerse a ese rito de culto a la belleza. Ahora un poco de sombra por acá, más delineado en los labios, un poquito de rimel, un poco de matiz en los párpados, un poco más oscuras las pestañas, repentinamente se frena el autobús, un vendedor ambulante pierde el equilibrio y se va hasta los hombros del chofer, y entonces me parece que la sonrisa de esta mujercita es su mejor maquillaje.
La observo continuar su tarea embellecedora, revuelve una y mil cosas en su bolso, saca de repente un test escolar que no ha terminado de llenar y me entero entonces que estudia psicología, tiene una letra feísima, el renglón que describe su nombre parece decir Ivonne Gutiérrez, pero casi estoy seguro que decía Ivanna González .
Ivanna se maquilla, se arregla: porque es en el fondo de su corazón, igual a todas las mujeres, y quiero recalcar TODAS, sin importar nivel social, cultural, profesión, edad, tendencias políticas, nacionalidad, ni religión, TODAS, lo que anhelan es verse más bonitas. Tampoco importa si la mujer es alta o bajita, delgada o gordita, fea o bonita como Ivanna, todas quieren verse más bonitas, lo admitan o no, lo sepan conscientemente o no. Por supuesto, sin que esto sea lo único que anhelen ni lo más importante; también esto quiero recalcarlo, Ivanna es de las mujeres que parecen buscar a su príncipe azul, parece muy exigente, demasiado orgullosa que quizás no se ha dejado dar ni un beso, pero hace mucho que yo no busco mujeres que buscan a su príncipe azul, en ciudades enormes hay encuentros que duran un instante y se repiten jamás.
Hay días que todo parece tan desagradable, edificios feos con fachadas que parecen caerse de vergüenza, calles llenas de basura gráfica anunciando cosas que nadie compra, parques olvidados, personas que parecen huir a lo lejos y a lo cerca, una manada de perros viejos siguiendo a un pordiosero, nada odio más que el sonido de un claxon y gritos histéricos, prefiero mil veces volver a la escena donde la bella Ivanna se maquilla. Y entonces Ivanna, observo un ojo observándome insistente a través de tu espejo, me estremezco, es un detalle de coquetería inesperado, incomparable. Qué agradables los días en que alguna bonita desconocida me coquetea.
Debes ser de cualquier parte, menos de donde yo vivo, he llegado a mi destino, antes de dirigirme a la puerta trasera de salida me dirijo a la puerta delantera, el chofer masculla que la bajada es por atrás , me miras Ivanna, y te miro también por última vez, pues tengo la certeza de no volver a verte nunca más.
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