Su confuso sentido de la realidad le impidió darse cuenta que se estaba aplicando mantequilla en el cabello.
-“Ahhh”, exclamó tocándose la cabeza, “tal como me gusta, fresco y manejable.”
-“Definitivamente hoy será un buen día” pensó y tomando su portafolios de la mesa salió a la calle apresuradamente.
Esperando el ómnibus, sumido en sus pensamientos, Rito no se percató del par de moscas que sobrevolaban su cabeza.
-“Espero que me den el trabajo”, expresó para sí mismo, “seis meses desempleado desquician a cualquiera”.
Rito Martínez de la Garza, ex ejecutivo estrella de la división de Fideicomisos del Banco de Créditos y Servicios, había visto apagarse su estrella desde la fatídica fecha en que su jefe inmediato y antiguo amigo de la escuela, lo había despedido de manera vergonzosa, sin motivo aparente y frente a todos sus colegas. Justo cuando estaba por iniciar su presentación ante los directores de la casa matriz.

Sentado en el ómnibus, Rito rumiaba sus pensamientos, más que el hecho de ser despedido, lo desquiciaba el no saber la razón por la cuál su antiguo amigo lo había corrido de forma tan abrupta. Al ir calentando el día la cantidad de moscas que sobrevolaban la cabeza de nuestro héroe, se había multiplicado, formando una pequeña nube de molestos bichos zumbadores. Los demás pasajeros del ómnibus, prudentemente se alejaron del extraño individuo y su enjambre.
-“Cualquier día voy a casa de ese hijo de puta, para exigirle una explicación” exclamó en voz alta, causando que una viejita que viajaba dos asientos atrás pidiera su parada 10 cuadras antes de su destino.

Al bajarse del ómnibus la nube de moscas que lo rodeaba era visible a una distancia de 50 metros, provocando que la gente cambiara de banqueta al ver venir a tan aberrante individuo.
Frente al edificio de la Aseguradora Nacional, Rito se detuvo momentáneamente, inhaló una bocanada de aire y pensó “Decisión, no debo mostrar inseguridad, de frente y adelante...” y rápidamente entró en el edificio. El guardia de la entrada intentó levantarse de su silla para detener al extraño individuo rodeado de moscas que ingresaba en ese momento, pero una mosca gorda y prieta se le paró en un labio, causando que al echarse para atrás por el asco y la repulsión cayera de espaldas con todo y silla.
Nuestro héroe se detuvo ante la oficina marcada con el número 306, antes de tomar el picaporte pensó, “Mejor voy al baño y me doy una acicaladita, no hay nada como una buena primera impresión”
Al entrar al baño de caballeros se dio cuenta con horror que un enjambre de moscas volaban sobre su cabeza. Se tocó el cabello y oliéndolo exclamó “¡Mantequilla!, ¿Cómo diablos llegó esto a mi cabeza?, Ha de haber sido esa viejita que se bajó muy sospechosa en el ómnibus.”
Desesperado Rito, se lavó el cabello en el lavabo e intentó alisarse el pelo con las manos. Espantó como pudo a las moscas con su portafolio y corriendo se presentó ante el despacho 306 para su entrevista con el Lic. González.
-“Bueno, Rito, sus credenciales son excelentes, es usted el candidato ideal para este puesto, lo que no me explico es cómo el Banco de Créditos y Servicios pudo deshacerse de un empleado como usted.”
-“No sé licenciado, pienso que...” “¿Puedo fumar?”
-“¡Claro!, ¡Adelante!”
Y sacando una zanahoria del bolsillo de su saco y encendiéndola como un habano, Rito Martínez de la Garza exclamó:
-“Eso, licenciado, eso es lo inexplicable”