Me arreglo de prisa
Y salgo algo inquieta,
Voy a llegar tarde,
A una cita a ciegas.
Un taxi, un atasco.
Los nervios me arden,
Ya estoy en la puerta,
Me tiemblan las piernas.
En la barra espera un hombre
Que, bueno… para ser sincera,
No es ningún adonis,
Parece agradable, vamos a la mesa.
Una vez sentados,
Viene el camareta,
Pedimos bebidas,
Las trae con presteza.
Comienza la charla,
Mi nombre es Inés,
El mío es Gerardo,
Va todo muy bien,
Me lo pasó bárbaro.
Pero todo cambia
Cuando el hombre dice…
pues yo, soy poeta,
y sigo impertérrita
con sonrisa puesta,
aunque en mi interior,
Pienso, !pues que bien!
me ha hecho, “LA PUÑETA”.
Y el hombre se lanza,
pues me ve contenta,
quiero navegar tus ojos violeta,
!Dios mío! que daño, me imagino yo,
¿Navegar mis ojos? ¡Madre que dolor!.
Tus manos son alas,
Tus dientes diamantes,
Tu nariz, tu, tu…y así hasta los pies,
Y yo solo quiero, echarme a correr.
Después de tres horas de tu,tu, tu,tu,
Se me agota el cuajo y me quiero ir,
!Que pena! ¿tan pronto?
Parece enojado,
!Ahora que empezaba a estar inspirado!
me dice el buen hombre
muy bien educado.
Solo se me ocurre,
No se si ha colado,
Decirle… Gerardo
Tengo que partir,
Ya no me acordaba,
Antes de salir,
Deje en la nevera,
Un pollito a asar,
Y me voy corriendo,
Sin mirar atrás.
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