Solo cuando el sol se oculta y me encierro en mi casa me siento bien. Cuando la oscuridad me inunda me siento en paz y la soledad se convierte en mi amiga.

Mi alma duerme desde hace tiempo y no parece que vaya a despertar en un futuro demasiado próximo, pues el dolor y la desdicha la envenenaron hace años y la dejaron como inerte.

Se que no ha muerto porque de vez en cuando la oigo hablando en sueños, como si se tratase de una pesadilla grita y llora como un niño que ha quedado huérfano de repente y sin que pueda asimilarlo. Da lastima oírla, hace que una terrible congoja se apodere de mi en esos momentos por eso trato de hacerle oídos sordos la mayoría del tiempo, para no abrir los ojos y darme cuenta de cómo he llegado a destruirme, de lo sola y triste que es mi vida y de lo poco que realmente importa eso.

Pero no todo es malo, otras veces la oigo reír. Debe recordar tiempos en los que fue feliz y se encontraba a gusto conmigo, cuando las preocupaciones eran nimias y de lo más vulgares. De cuando aún era adolescente y lo que mas le preocupaba era con quien seria su siguiente cita. Cuando todas esas banalidades eran lo que importaban y ocupaban su mundo, todo su mundo.

No supero el hecho de tener que crecer y cambiar su vida de color, prefirió hacerse la muerta y dormir durante años que vivir con lo que iba a tener a partir de entonces. Pero no importa, yo la perdono y dejare que duerma hasta que decida volver a mí, hasta que sea fuerte para afrontar la vida de este color, que no por ser oscuro deja de ser bello a su manera.

Así que aquí la esperaré hasta que decida despertar y solo entonces dejaré que vuelva a entrar el sol.