Hoy cruzo el río una señora, la vi cuando el agua fue llegándole a los tobillos y luego subiendo y subiendo con el turbio llamado de la corriente, no le importo que le dijeran que no podía pasar porque la corriente estaba subida, pues si si estaba demasiado subida y el agua turbia, llevando a su paso palos techos de casas de palma, palmeras y hasta árboles enteros de sauce,- tengo que ir a ver a mi nieta porque se muere si no llego- dijo, solo vine por azúcar y me agarro este turbión, bajo su brazo llevaba cinco kilos de azúcar que no soltó un solo instante. La gente que miraba la corriente alarmada la vio sin poder hacer nada por ella, mientras la lluvia seguía surcando la tierra, fue un momento de tensión, porque entro cuidadosamente, el agua fue subiendo hasta llegarle casi a la cintura y de ahí la corriente la arrastro varios metros abajo, todos gritaron pero al parecer se detuvo en una piedra, vi su rostro y estaba pálida, parecía estar rezando en silencio, pero no soltó en ningún momento la bolsa de azúcar...

El cielo arriba estaba negro, amenazante y parecía furioso y solo nosotros los curiosos estábamos mirando la creciente del río, la tarde estaba cayendo y la lluvia no cesaba, nadie se atrevió a pasar solo ella, desde las dos bandas le gritaron que no pasara pero ella parecía sorda a las suplicas, cuando la arrastro varios metros algunos querían ayudarla de alguna manera pero no sabían como, le pidieron que se volviera pero tampoco hizo caso siguió aferrada a cruzar y continuo su camino bajo las miradas. El agua esta vez la arrastro río abajo varios metros mas y todos gritaron, esta vez no hubo nada que la detuviera, la vimos perderse en las oscuras aguas y salió mas abajo, todos empezamos a correr por las orillas del río pero este mas rápido se la termino tragando sin darnos tiempo a nada, todos quedamos mirándonos todavía suspendidos de la impresión, con el corazón alborotado y la mirada perdida en las aguas que no la devolvieron ni para verla por ultima vez...