VENTANA II
Entonces ahí estaba, era el hombre de la ventana; supongo que él pensaría lo mismo al verme, yo soy la mujer de la ventana; creyéndolo una figura tan lejana que encuentro por azar no debería importarme el hecho de que se esconda, que deje de fumar en la ventana, pero lo extraño cuando se aleja de la ventana y yo quedo ahí, como esperando una cita
Todavía me asomo en la ventana para verlos pasar, pasa todo, pasan todos, todas, y así, entre tantos pasos, pasados, pasadores, y paseantes, entre otros, pasa el tiempo, y yo asomada a la ventana, el tiempo me ve al pasar, creo que lleva mucha prisa, como si no supiera que después no va a existir, que después perderá el tradicional nombre de tiempo, para llamarse con enorme suntuosidad: Eternidad.
Realmente, no sólo el tiempo pierde significado cuando se entra en la “Era de la eternidad”, el mundo empezará a cambiar porque va haber un mundo paralelo a este, pero el paralelismo no implica igual sentido. Tal vez en la eternidad, mundos paralelos, sea él quien me mire desde mi ventana, y yo sea él, el hombre de la ventana.
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