Mi amigo Jorge
Eramos tan, tan jóvenes... nos conocimos en un taller de teatro. Intercambiamos miradas timidas al principio, sin atrevernos a dirigirnos la palabra durante las primeras clases. Un día, el maestro dijo: comencemos a jugarnos con los ejercicios si? Que les parece? Son ustedes actores o no lo son?
Pongan las vísceras en cada cosa que hagan si no... esto no sirve, vayan a hacer un taller de batik.
Arbitrariamente nos dividió y nos dijo: Al compañero que tengan a su derecha, lo toman de un brazo, eligen un lugar y le dicen el secreto más terrible que tengan para confesar.
Giré hacia la derecha en el preciso instante en que Jorge me tomaba del codo y me arrastraba al suelo ahí, en medio del salón. Acercó rapidamente sus labios a mi oído izquierdo y me dijo:
- Soy gay, nadie lo sabe.
Lo miré. Me miró. Nos miramos.
Creí que me estaba haciendo una broma. Era realmente un secreto terrible? No sabía que pensar y de todos modos no es lo importante en esta historia, quise solo ubicar el momento y las circunstancias en las que nos conocimos.
Nos hicimos inseparables, compartimos tiempos, espacios, ideales, acciones, sueños, esperanzas...
Fuimos “la pareja” en las mas fogosas escenas de amor jamás imaginadas, aun sabiendo yo que no le despertaba el más mínimo fuego interno más allá de la actuación.
Nos gastábamos bromas tales como comer ajo y/o cebolla antes de “mostrar” una de esas escenas, corriendo el riesgo de una durísima llamada de atención. Nadie debería darse cuenta de lo terrible que es hablar a la cara de alguien mientras se le arroja a semejante aliento...
Jorge nunca supo que yo estuve desesperada y totalmente enamorada de él hasta que logré entender que era inútil... Entonces apareció Matías en mi camino y Martín en el de él. Ambos nos dijimos lo mismo:
- No es para vos.
Martín desapareció meses después dejándole “el alma herida” como dice el tango; yo en cambio me casé.
Jorge, por supuesto fue el padrino de la boda mientras seguía diciéndome:
- No es para vos. No tiene vuelo y entonces, intentará cortarte las alas...
Al poco tiempo apareció en su vida Rogelio...y los tres, Matías nunca formó parte de nuestra amistad, empezamos a ser los mosqueteros...
Nacieron mis hijos y Jorge fue el tio que jugaba carreras, inventaba historias, aparecía repentinamente y sin anunciarse y así se iba. Reinaba entre Matías y Jorge una cordialidad gélida y una competencia tonta por el cariño de cada uno de nosotros...
Al cabo de unos años, me divorcié. Recuerdo haber entrado (tenía llave) tocando los dos timbres que me anunciaban a su casa y sin decir una palabra, arrojarme ( literalmente hablando) a los brazos osunos de Jorge quien acariciando mi cabeza no dijo el consabido :
- Yo te lo dije...
Solo me abrazó y Vicente (nueva pareja de Jorge) me alcanzó un te, levantó mis pies y los apoyó sobre sus rodillas y así, en silencio los tres... lloré.
A partir de ese acto, estuvo mas que siempre... llamando para preguntar sencillamente
- Como amaneció la princesa esta mañana?
Fue mi muleta mientras yo asomaba nuevamente a una vida que habia transcurrido en mi ausencia.
Fue mi bastón cuando me di cuenta de que si no me subía a este tren que es la cotidaneidad me perdería la modernidad
En todos estos años Jorge había asumido frente a su sexualidad otra actitud, se comprometió con la vida, con sus pares, escribió y fumó incansablemente y luchó por cada cosa que consideró justa.
Un maestro...
Jamás un consejo, siempre el ejemplo.
Y Vicente a su lado... fiel compañero, amante compañero... amoroso amigo.
En todo mi trajinar no me di cuenta...
La puta madre!!!!!!!!!!!!!
Jorge enfermó y fiel a si mismo, luchó incansablemente. El me consolaba a mi, ridículo no?
- No tenga miedo princesa, no la voy a dejar sin mi amistad, me decía en medio de uno de sus abrazos osunos.
Pero, un dia se cansó, bajó los brazos y solo dijo:
- Me voy a casa de mi madre, al Chaco.
No hubo forma de convencerlo, no hubieron palabras, ni gestos, ni llantos ni nada... sonriendo dijo:
- Ey... tanto lio por unas cortas vacaciones?
No quiso atender ninguno de mis llamados...
No quiso que tuviéramos de él la imagen de la degradación física.
Y yo lo extraño
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