Escondida, mirando, ensimismada,
guardada en un rincón, rara, encendida,
jovial como un poema de Neruda,
crucial en mi repaso y mi medida;
sola, callada, fugaz, meditabunda,
herida de poesía, vaga, clara,
suscitando mareas de epitafios
que buscan catapultarme hacia la nada,
veo el domingo, la niebla, la añoranza,
oigo la radio, protestando, lejana;
siento el breve crepitar de la estufa de arriba,
me mezclo en bombeadores y crisálidas;
busco descubrimientos desmedidos,
y acaparo el hallazgo de tres gotas
que caen del cielo como arrepentidas,
mientras cada latido del corazón cantante
las infla, las erige...y las derrota. |