Tomar ritmo de las tardes, comenzar de nuevo con un aire profundo, respirable ante la llovizna que se esparce por toda la avenida, tardes de faroles prendidos con anterioridad, adoquines piedras de río que conforman este andar, pasos de seguridad ante el asombro de encontrarme con mi propia voluntad de frente con paisaje de calle angosta.
Pasos de sentir que puedes seguir cargando un poco más, pasos de saber que este sueño aún depara muchos nuevos despertares antes de la culminación.
Me cuesta mantenerme claro, consiente y con los ojos abiertos, pero tengo que ser más fuerte que mi inquietud, que la prisa por encontrar respuestas y el fantasma de tu propia persona culminante pero que habita en una realidad paralela y perfecta mientras que la vida no siempre tiene la misma perspectiva desde la realidad al sueño que del sueño a la realidad, eclipsadas por el tiempo y focalizadas por un zoom de espacio.
La eterna dualidad me hace trizas el camino, pero me obliga a seguir, mientras pienso que entre más alejado esté de la comodidad más cerca estoy de mis sentimientos.

Me confunde esta manera de controlar, entiendo y me adentro a las arañas de poder que su mejor producto es ocasionarte la duda para infiltrarse en tus piernas, cambiando la manera en como te mueves y detenido tu paso a placer.

Conduzco y solo noto que soy, entiendo mi ceguera, entiendo porque tenemos miedo de dejar fluir y no parar hasta la locura, entiendo y quiero despojarme de mi para convertirme en lo que realmente soy.
Tengo alas,
Tengo olas de sal.
Tengo tu sudor en la lengua.
Tengo las venas con vida propia oliendo tu profunda respiración.