Estoy parado al borde de la carretera,
con mis ojos triste a cuestas
con el pulgar desgastando el viento
y la esperanza de encontrar respuestas
quizás en algún eco lejos de aquí.

Mentiría si no te dijese
que en todas las luces de los autos
destelleá tu mirada,
pero me estoy volviendo loco
y la locura no me sienta bien.

Pensé que tú después de todo lo vivido
sabrías que tus pasos siempre darán conmigo
pero querías viajes y roperos llenos,
querías tus espejos brillantes en cada esquina.

Tu llegaste susurrando ternura de mejillas
buscando abrigo para tu vientre y dedos para tus flores
pero traías las deslealtades escondidas dentro de tu sombrero
y como acto de magia sin aviso se esparcieron

El péndulo del reloj comenzó a llamar los fantasmas
tus ausencias espantaron los rebaños de apegos
y el negro silencio enmudeció las ventanas.
el frío lacerante fue congelando mis manos,
insistí en esparcir las semillas sobre rocas
regadas con agua de mar,
observando mañana tras mañana que de allí nada brotaba.

Millones de hormigas subían por mis pies,
jamás imaginé que tus ansias de vida
ya estaban guardadas dentro de tu maleta
que con el tiempo
todo se iría despegando junto a tus aviones
y que todo caería junto a los pétalos de margarita.

El otro día un amigo me preguntó,
¿Víctor es fácil olvidar?
y yo le contesté que es fácil de hacer
solo tienes que verla a ella y fingir que no le conoces para nada
mientras tanto sigo aquí parado en medio de un desierto
viendo como aparecen los espejismo
bajo un horizonte de cerros y más cerros.