Las arrugas que cubrían su rostro se ondularon al cambiar de ánimo de aquel viejo, su blanca y mal rasurada barba crecía sobre su facial dándole el único toque que para ciertos incrédulos da sabiduría la cual tenia por razones pero no dependía de su característica barba; sentado en una vieja y apolillada silla la cual ceñía los mismos agostos que el anciano, miraba fijamente y a través de sus lentes examinando con una inquietud curiosa como de niño pequeño lo que sucedía al otro lado de su ventana, llegó a una conclusión positiva que lo ayudó a subir su estado de ánimo, al fijarse en unos árboles; se levanto de su silla tomo su bastón de madera, se apoyó firmemente en él y descendió por las escaleras de aquel lugar; en su bajar se encontró con Margarita una de las ancianas, compañera del asilo, -Buenos días, Robert- dijo alegre ella-Si muy buenos-dijo él -¿Qué tienen de buenos?-asintió ella-pues mira e llegado a una conclusión muy importante``aun en el árbol más feo, seco y con hojas cafés y sin vida, llega un pájaro hermoso y colorido que logra embellecer todo aun estando tan así- -Y eso ¿Qué tiene que ver?- -Pues me da la esperanza de que algún día los hijos que tanto amo y que me dejaron aquí comprendan mi sufrir y vuelvan por mí, que entiendan que sesenta años son suficientes para arrepentirse-.