Se que alguna vez, cuando las mañanas sean largas
y escasos los abismos, cuando los cosquilleos se disipen
Sin siquiera darme cuenta, podrás ser solo tu.

Esas brisas sollozantes me lastimaban
El pecho dejándome sin siquiera respirar,
Y solo pensaba en las distancias,Los pretextos,
Si, anhelaba disfrutar esa dulce incertidumbre
Que tus ojos segregaban,
Y nuevamente decidí retomar los trémulos pedazos
De luna que pretendí esconder bajo la almohada,
Para ver si por lo menos así se descongelaba el tiempo,
Para regalarte una ultima incomodidad
Con derecho a repetición.

Decidí amarte a ratos,
Para desdibujar los árboles y sus famélicos antojos,
Para eludir la decrepitud de mis gastadas alas,
Para acostumbrarme a tu elemental manera de desaparecer.

Decidí abandonar la conformidad,
Junto a las noches que pase pensando
En brazos partidos y dioses infames,
Para poder percatarme de que era mas
de lo que soñé alguna vez.

Y es ahora cuando lamento habértelo dado todo,
Aquellos pedacitos de luna me alimentaban la insensatez,
Aquel amor me abofeteaba la cordura
Y aquella conformidad supo hacerme feliz.

Y mientras la ausencia de ellos y de ti,
Me seguían dando fuerzas
Para ahogar la triste lluvia y para ser poesía,
Besare tu espacio vacío resignándome a lo inevitable
Y rendiré mi abnegación y mis mas pobres tributos
A la soledad.

Es entonces cuando podrás ser solo tu,
Ya no estaré mas a tu lado, ya no estarás en cada paso
En cada rostro y en cada sol.

Ya las mañanas se asemejan a tus ojos,
Simples y profundos, oscuros y sin voz . . .