Nos habíamos puesto de acuerdo, era un trato, 50 y 50, pero usted no sabe como era él, la ambición, así no más, como lo escucha, la ambición lo perdió.
Así como le digo, esa noche no haríamos el negocio, era tarde y además hacia reharto frío, si parecía que hasta el aire se iba a congelar y en esas condiciones es mejor no mandarse cambiar así no más, no es fácil encontrar un lugar para pasar la noche, y el que teníamos nosotros era de primera, ¡si cuando llueve a penas se moja!
-¿qué de donde sacamos el arma?
Eso se lo podría haber contado mejor el Negro, pero parece que va a ser imposible, así tieso y frío como está lo veo difícil, parece que se lo voy a tener que contar yo no más.
Era de noche ya, cuando llegó y me dijo.
-¡ha que no sabí!
-¿tengo cara de adivino acaso?
Tenía la mano en el interior de la chaqueta, mientras tanto se reía con esa cara de estúpido que tuvo siempre. Se me hizo agua la boca imaginando que sacaría una botella de tinto, porque como usted se podrá imaginar a esa hora casi no se puede pensar en otra cosa y con ese frío, lo que más se echa de menos es un vinito pa' calentar el cuerpo y endulzar el alma.
-¡un vinito! dije.
-¡No!- me contestó.
-Algo pa' comer.
-¡no!
-¡puta! Que te hací de rogar.
Lentamente sacó la mano del interior de su chaqueta, estaba tan oscuro que al principio no supe lo que era, pero a penas la toque, supe que era de las buenas, de las cototas, 38 automática.
-Déjamela no más Negro, yo mañana temprano voy donde mi socio el Manolo y veo si le puedo sacar algo, pero no creo que me de mucho, tu sabí que están difíciles los negocios, y si resulta nos vamos 50 y 50, tu me conocí no te voy a fallar.
Y el Negro me miraba con esa cara de huevon, pero no es na huevon, yo si que lo conocía, ahí se le empezó a notar el arrepentimiento. Nos preparamos para dormir y no se hablo nada más sobre el asunto.
Déjeme decirle Sr. Oficial que todo habría resultado bien si en Negro no se hubiera puesto egoísta, pero usted no lo conocía.
Eran como las 3 de la madrugada, yo creo que el Negro no había pegado ni un ojo, estaba puro esperando que yo me durmiera para quitarme la pistola. No me pregunte como pasó, fue todo tan rápido, debe haber estado esperando, contando los minutos echándome el ojo a cada rato, hasta que yo estuviera profundamente dormido y así quitármela, robármela y hacer el negocio, dejándose la plata para él sólo. Pero yo no iba a dejar que el hiciera eso, no señor, no se puede ser tan egoísta, yo era su amigo, él no me podía traicionar así.
Así fue, yo estaba dormido, cuando siento que me metían la mano en el bolsillo, yo no se que pensaba el negro, a lo mejor pensó que me la quería dejar para mi, ¿para que la iba a querer yo?, si yo no soy violento no me gusta eso de las armas, ¿no dicen que las armas las carga el diablo?. Le agarre la mano y el muy bruto se las dio de choro.
-¡pásamela altiro!
-¿qué te hay creio?
-Ya no hay trato.
-¿cómo que no?
-Devuélvemela.
-Ni lo sueñes, pendejo.
Le estoy diciendo la verdad Sr. Oficial se lo juro por mi mamacita. Yo no le pegue primero sólo me defendí, no me iba a quedar con los brazos cruzados, recibiendo los golpes, nos caímos al suelo, ahí sentí ese tremendo ruido, me asuste me puse de pie y mire mis ropas por suerte yo estaba enterito, ahí decidí que este jueguito se estaba poniendo muy peligroso y le dije al negro que ya era suficiente por esa noche, que podía hacer lo que quisiera con su pistolita.
-¡ya levántate Negro! Grite.
Me acerqué, estaba hacia abajo con la cabeza hacía el lado y los ojos abiertos y con la misma cara de huevón de siempre.
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