Junio.
25. Veo a todos, a algunos, a los que veo, sacudirse de la tristeza. Veo risas, sonrisas, alegrías simuladas, casi reales. Veo la celebración de las frases vacías, la algarabía por la palabra jocosa. Carcajadas todo el tiempo, para amenizar el tiempo que pasa. Veo gente radiante. Felicidad emergiendo de los poros, de los huesos, de las yemas de los dedos, de los brazos, de los labios. Y yo solo quiero estar en el Café Le Dome de Montparnase, un 25 de junio de 1930, sentada en un rincón de la historia bohemia y sin mucha ceremonia. Viendo –¿quizá?– aflorar las mismas risas, en su estado primitivo, y yo sin ganas de seguir la corriente, como hoy, pensando en el lugar (...) en el que volvería a rechazar lo exultante, un 25 de junio de 2005.