“La mano derecha”
Julián mira la mano de Esteban, no dice una palabra. El médico de guardia prepara el yeso. Esteban no dice nada tampoco, tiene un ojo morado y un raspón en la frente.
-Pegaste una por lo menos –le dice el médico, joven, con ojeras de guardia de treinta y seis horas.
-Y, alguna debo haber pegado –dice Esteban y levanta la mano ya enyesada.
En el viaje de regreso a la casa no se hablan. Esteban mira el yeso y hace movimientos rotatorios con el brazo. Julián fuma y escucha un compilado de una banda nueva que le grabó Pilar, su novia.,
La llama penas entra y le cuenta que no va a poder ir a la fiesta con ella, le dice lo de la mano del hermano y que iba a quedarse con él porque está medio deprimido, “Que mal, me voy con las chicas entonces”, dice Pilar, después agrega: “Si querés voy para allá”.
-No, andá, andá que las medicongas están buenas, esto es un bajón, cuidate –Julián espera que su novia insita, ella lo hace, el vuelve a negarse y cortan.
Con Esteban piden una pizza y la comen viendo una película que ya habían visto los dos. Después de comer, Julián fuma y Esteban se mira el yeso. Esteban le pregunta si va a salir y Julián le dice que no, que no tiene ganas.
-Andá, no seas boludo ¿Y Pilar?
-Se fue a una fiesta con las amigas, en Medicina.
-Anda si querés. Yo me las arreglo bien.
Acto seguido y para dejar bien en claro que no quiere quedarse solo, le pide que le abra una cerveza y le ate los cordones.
Julián se va a su cuarto, pone de nuevo el compilado que le grabó Pilar y enciende un cigarrillo. A la cuarta canción entra Esteban a la pieza. Baja el volumen del equipo y se pone a mirar por la ventana. Después lo mira a Julián.
-¿Le habré pegado al piso? –levanta el yeso, la mano le queda a la altura de los ojos.
-No creo, para mi le diste en la cabeza a alguno.
-Que cagada ¿no? –Julián no le contesta –Che, estas fumando mucho vos. ¿Por qué no parás un poquito?
-¿Y vos por qué no dejás de agarrarte a piñas en los boliches?
-No se que me pasó. ¿A vos te pegaron?
-No, bah, una acá –Julián se toca la parte de atrás de la cabeza.
-Vos estabas desaforado, nunca te vi así. Como pegaste.
Cuando Julián se está quedando dormido suena el teléfono. Atiende Esteban y en seguida le grita que es para él. Es Pilar desde la fiesta. Le pregunta si todo anda bien, si va a hacer algo y si Esteban está más tranquilo. Julián responde que sí a la primera y tercera pregunta y que no a la segunda. Pilar le manda un beso y cortan. Esteban entra al cuarto con una lata de atún y le pide que la abra, después le pide que siga con el resto de los pasos hasta hacerle un sándwich de atún y queso crema. Mientras lo prepara, Julián piensa solamente en que Pilar está engañándolo con otro flaco en la fiesta.
Se hace él también un sándwich, pero come solo la mitad. Esteban se pone de mal humor porque, como no puede agarrar bien el sándwich, la mayor parte de, atún se le cae por los costados. “La puta madre”, se levanta y se va. Antes de cerrar la puerta de su cuarto le grita a Julián que se va a dormir.
Julián agarra Directorio derecho y maneja bastante rápido, ya son las cuatro y media de la mañana. Cuando pasa por la esquina de Thomson y Directorio, donde siempre se encuentran él y Esteban con todos sus amigos, aminora un poco el paso y puede ver a uno de los pibes que tiene los pantalones bajos y les muestra el culo a un auto con cuatro chicas dentro. Reconoce a Polo, su mejor amigo. Julián toca bocina. Sus amigos responden, casi al unísono, “¡Negro Trolo!”.
Cuando entra a la fiesta se apura a ir a la barra y pide un whisky, Lo bebe prácticamente de un trago, después, de espaldas a la barra se acomoda la camisa y el pelo y comienza a buscar a Pilar. Por un momento se siente dentro de una película de acción, pero esa sensación dura poco y pasa rápidamente a sentirse un pelotudo.
La pelea dura poco, dos trompadas de Julián y tres del otro flaco. Una de las de Julián de de lleno en la pared.
Esteban mira el brazo de Julián, no dice una palabra. El médico de guardia ya prepara el yeso. Julián no dice nada tampoco, tiene un ojo morado y un raspón en la frente.
-Pegaste una por lo menos –le dice el médico, joven con ojeras de guardia de treinta y seis horas.
-Y, alguna debo haber pegado –dice Julián y levanta la mano ya enyesada.
En el viaje de regreso a la casa no se hablan. Julián mira el yeso y hace movimientos rotatorios con el brazo. Esteban fuma y escucha un compilado de tango que puso el taxista.
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