Muy típico de los americanos. Pero ahora le parecía una buena idea. Pondría el mercadillo en el garaje de casa. Tenía muchas cosas que ya no utilizaba y también sacaría un dinerito extra. Fue sacando las cosas despacio. Esto. Aquello. Todo cuidadosamente amontonado. Buscó papel y fixo para poner los precios. Tijeras. Todo preparado. Miró aquel desorden ordenado. Y ahí empezó el primer y grave problema…poner precio. La lámpara de pie la había hecho su marido el primer año de casados. El cuadro lo había pintado su hija en manualidades. La bicicleta era la primera con ruedines. La caja con juguetes. Incluso la figura de elefante se la había regalado su mejor amiga…Poner precio…Colocó cada cosa en su sitio con la misma lentitud con que la había sacado. Hay cosas que no tienen precio, por muy americano que se intente ser.