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Anoche me torné en sueño lúcido. En un escenario magnífico, todo inventado a mi antojo, allí mismo te puse. Vestías de teatro; a jirones, sin los lentes. El ecrán encendido hacía ver el universo como si fuera una película añeja y descolorada de Bergman. No se cómo me saqué los atavismos de encima y te hablé: ¿cómo te va desenterrada, le pusiste fin a tu destierro?. Tras escuchar mi descontento miraste alrededor del plató con esos ojos de esfera negruzca que cuelgan del arco de tus cejas. Seguidamente una sonrisa de meretriz y un intenso aroma a galletas y leche me envolvió como un manto. Los ojos se me achinaron y de mi boca un quejido de cría hambrienta se abrió paso en la noche. Salté a tu falda con el fernesí del frío y los tiritones que da el abandono. Tus piernas de cachemira me abrigaron. Era entonces un retazo de perro buscando la vida que hay en el regazo de tu vientre. Ni Castaneda, ni el cadaver de Young me alcanzan ahora para explicarte todo lo que vi, cielo. Escucha: una corona de espinas anillaba mi cintura. Colgado de tus senos estuve un rato prudente, quietecito, mientras en el horizonte kandinsky y matta abrían la ducha. Al oído te recité canciones inventadas de otro tiempo, con el color del vinilo y los falsetes del flamengo. Vestido de arpillera recorrí la ciénaga de tu cuello de mazapán y tu nariz de espolón. Por un segundo fui el Pinoccio de toda tu misericordia, el mismo de Begnini.
Me han prescrito un acto de psicomagia ¿sabes?. para sanar. Lo han hecho porque me quedé atrapado en el crepúsculo de tu recuerdo vivo. Te peno al alba como si fuera un muerto lleno de tatuajes étnicos en el cuerpo. En otro sueño lúcido me vestí con el mar del mediterraneo y la espuma de la orilla; en los sueños que siguieron más adelante fui el viento que inhalaste tendida boca arriba y el agua tragada con desesperación.
Circulé extendido por tus visceras, metido bien adentro (in side). Me bañé con tu sangre hasta salir expulsado como una bala. Una bendición vino a hablar comigo y me contó de tí mientras fue de día. Me habló del puerto; de los cuadros de una infancia; del asesinato de tu madre con tijeras.
He intentado sanar a los hortigazos como el mapudungun. Bebí la infusión de un exorcismo. Fui sólo al teatro; caminé inhiesto por la vereda del sueño buscándote cómo un loco. Llevo a España en el corazón. |
Texto agregado el 24-06-2005, y leído por 430
visitantes. (7 votos)
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Lectores Opinan |
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11-08-2005 |
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Tu estilo está claro y definido, sin titubeos, sólido, merecido. Te mando mis felicitaciones y estrellas ***** duckfeet |
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10-08-2005 |
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''Circulé extendido por tus visceras, metido bien adentro (in side)''
Así lo he leido. hemefeo |
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08-08-2005 |
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Me parecieron encantadoras aquellas descripciones, pues que manjar acabo de disfrutar, saludos Aramis |
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28-07-2005 |
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Genial (recuerdo que se nos quedó pendiente una charla al respecto) ***** amayrany |
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28-06-2005 |
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excelente, buenísimo...Lo he gozado como nunca...Me gusta tu estilo cao...tico, pero muy bueno y ese final de mierda, nerudiano....Te voy a seguir leyendo, y no me importa que tus textos sean requetelargos. Mis estrellas***** canales |
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24-06-2005 |
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Cao, ojalá resulte la sicomagia como ha resultado este texto.
Un placer leerte, como siempre. santacannabis |
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24-06-2005 |
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Me parece perfecto, con guiños acertados, realmente te traslada a un acto de psicomagia. Mis estrellas burbuja |
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