AMORES CHATEROS

Estaba realmente cansada. Se dejó caer pesadamente en el sillón y encendió un cigarrillo. Miro distraída a su gato que le ronroneaba a un corcho y comenzó a pensar.
Su vida se estaba convirtiendo en un verdadero lió. Mientras las charlas fueron en inglés o en francés, o en portugués, no hubo problemas. De hecho, cuando recibía los llamados de Mike, o Pierre o Vadinho, la cosa estaba clarísima, no había duda alguna.
Pero ahora, que la llamaba Juan Carlos desde Galicia, Juan Carlos desde Perú y Juan Carlos desde Neuquen ( malditas sean las jugarretas del azar) tenia que ir con cautela desovillando preguntas que la ponían nerviosísima hasta saber quien era quien.
La cosa había comenzado con el chat. Le empezó a sentir gustito a eso de conectarse con su PC con cualquier lugar del mundo y encontrar gente que gustosa charlaba con ella intercambiando información acerca de sus respectivos países, gustos, libros leídos o películas vistas. Luego comenzó a conectarse con gente de América y por último de su país. La verdad es que había hecho el camino inverso al de la mayoria de la gente, pero como su objetivo primario había sido practicar los idiomas antes de que se murieran en su cerebro, comenzó por los E.E.U.U., pasó a Canadá y bueno, luego... ya fue el mundo entero.
Mike vendría a visitarla a fin de año, quería conocerla y como en Boston el frio era terrible para esa época, lo cambiaría por el incipiente verano porteño. Juntos habían programado su viaje, incluso uno corto para conocer las cataratas y otro a Mar del Plata. Y ella, que no había tomado realmente en serio ( hasta ahora) todo esto, disfrutaba haciendo planes.
Pero... siempre hay un pero en cada historia, resultó que Vadinho ya le había dicho varias veces que Rio estaba a un paso de Buenos Aires y que, hombre solo y sin familia como era, ya estaba harto de recibir a los nuevos años en casa de sus amigos y le había sugerido la posibilidad de que viajaría a Buenos Aires, tal vez “hasta pudieran brindar juntos”, había dicho.
Todo esto sucedía entre los meses de junio y julio y en agosto, apareció en su pantalla un nick: “Próspero”. Inmediatamente lo asoció al personaje de “La Tempestad” y desafiante escribió:
Si me cambio de nick y pongo Miranda, conformamos una historia?
Y así comenzó a chatear con Juan Carlos que, desde Galicia, resultó ser un experto en Shakespeare.
Una noche, mientras esperaba que Juan Carlos se conectara, se abrió una ventanita en su PC con una leyenda...
_ Las nochecitas huelen a jazmines ya, te obsequio uno y el dibujito de un jazmín apareció a continuación.
Le encantó y cuando “Caballero” le dijo que se llamaba en realidad Juan Carlos, rio por la coincidencia.
La aventura de tener dos ventanas abiertas al mismo tiempo en puntos tan distantes con personas además distintas hizo que su adrenalina funcionara . Acicateaba su intelecto, la obligaba a pensar rápidamente.
Una noche de desvelo, después de dar vueltas y vueltas en su cama, de comer una manzana, de abrir y cerrar un libro y de encender y apagar su televisor, se conectó. Paseó por varias salas hasta que recaló en # amigos_del_sur en la cual estaba solo el OP y “ Juanca” y comenzaron a charlar y amanecieron charlando y compartieron el desayuno que cada quien tomaba en su casa y se demoraron en el almuerzo tardío que permite el domingo y solo se despidieron cuando ambos sintieron que estaban entumecidos y contracturados.
Chatear con ellos era una experiencia riquísima. Los tres, lectores consumados, los tres dueños de un humor que solo detentan las personas inteligentes, los tres con un grado de cultura mas que deseable, atentos, caballerosos, comprometidos a través de sus profesiones y/o trabajos con la realidad de su tiempo.
Qué decía, los tres? Los seis!!!
Mike era el director de un colegio de Boston que había logrado que el porcentaje de alumnos becados de los suburbios subiera considerablemente y había agregado, a costa de la junta, la enseñanza de diversos instrumentos musicales, para que los chicos puedan aplicar a las universidades pertinentes.
Pierre había estudiado en la Universidad de Montreal dirección teatral y se dedicaba a formar futuros directores de escena y algún que otro maestro de actores.
Vadinho era un empresario, tenia además v arias hectáreas de cultivos y dejaba cuidadosamente una pequeña parcela de cada una para que los campesinos sin trabajo o los menos pudientes pudieran alli sembrar y cosechar.
Juan Carlos, el que vivía en España, era en realidad uno de los tantos argentinos a quienes la odiosa trilogía de letras obligó a huir del país, allí se casó, allí tuvo hijos, allí enviudó y ya no le quedaban fuerzas ni parientes aquí, ni amigos por quienes volver y menos aun contra la voluntad de sus hijos.
Juan Carlos de Perú trabajaba con los intelectuales en un frente amplio que había encarado una campaña de alfabetización en todos los departamentos.
Juan Carlos del Sur, periodista además, trabajaba en y para la justicia. Estaba divorciado, no tenía hijos.
Si... así, sentada, tranquila, ordenados sus pensamientos cada uno tenía un espacio claro y definido en su mente. Tenía un fichero incluso, en el cual iba anotando las cosas y los temas que conversaba con cada uno, cosa de no reiterarse.
Como nunca mentía, le era fácil conocer su propia línea de pensamiento pero se encontraba ahora con que le era difícil poner límites a estas relaciones que habían sido tan libres de inicio que todos creían en un romance en ciernes. Ella sentía verdadero afecto por todos y cada uno, pero sabía que estaba llegando a un punto en que le sería imposible no perder su afecto y una inmensa pena la embargó.