En nuestras batallas inútiles:
De la última de ellas, llegué a pensar que era el vencedor de la contienda, pero solo fue una ilusión.
En realidad, tu fuiste la única victoriosa. Mentiste con tal descaro que mi alma reposó sobre laureles de papel, tan frágiles que se rompieron en tan solo unos días.
He muerto por aquellas heridas que me provocaste. Cerré mis ojos ante el hachazo que me haz clavado en la espalda, con tanta astucia que temo caer otra vez ante tus terribles movimientos.
¿pero qué he de temer? si soy solo un fantasma, que espera perturbarte durante la eternidad.
Así que de esta batalla, tu eres quien gana, pero no esperes librarte de mi tan fácilmente.