La anchura de mi alma,
se hace tan angosta,
que apenas parece,
el hilo de agua clara,
del borde del desierto.
Que sin embargo nutre,
que sin duda pinta verdes.
Miro hacia la inmensidad,
donde los ojos callan,
donde las miradas,
tan solo languidecen,
donde una lágrima
cansada y salobre,
grita te quiero.
No logra mi voz, violar tu oido,
no logran mis manos llegar,
hasta el fondo perfumado,
de tu lejano corazón,
y en ese claroscuro
sentimiento de tu alma,
se está dibujando en papel
verde sauce verde, el boceto
intrincado de mi cansada
alma enamorada.
PEP. |