Ataque Terrorista
Suenan las sirenas de las ambulancias, hay cristales rotos por todos lados, escombros entre los cuales se encuentran restos humanos. Todo apunta a un ataque de algún grupo terrorista, ¿cuál? Nadie lo sabe.
Mientras los bomberos, policías y demás hacen su trabajo, se van agolpando lo curiosos y alguna que otra madre preocupada se aproxima al sitio. Unos cuantos metros más allá se ha improvisado un hospital y se está atendiendo los heridos –solo cuyas heridas no so muy graves- quienes tienen lesiones mayores son despachados lo más rápidamente a los hospitales cercanos. Cerca del perímetro de seguridad están los reporteros y fotógrafos a la caza de declaraciones y fotos (de vez en cuando dan la impresión de ser buitres a la espera de próximo cadáver para despedazarlo).
Dentro de este caos, se puede apreciar un cierto orden, es así como se observan a varias decenas de distintos funcionarios, cada uno haciendo su trabajo y procurando no estorbar a los otros, por que después de todo mientras más rápido el centro de la cuidad vuelva a su “normalidad” mejor para todos.
Entre esos funcionarios se ven a los encargados de recoger los cadáveres, cada uno de los cuales tiene una historia distinta pero un mismo final .
Luisa
Secretaria ejecutiva por diez años en una importante empresa aseguradora, con un gran deseo de formalizar su relación con su novio de hace ya unos cinco años y formar una familia.
Suena el teléfono
Novio: aló ¿Luisa?
Luisa: si, hola amor ¿como estas?
Novio: bien, te llamo para recordarte que hoy vamos a cenar.
Luisa: si, ya lo sé
Novio: bueno, pero te lo digo para que no vayas a dejar que te den trabajo extra
Luisa: tranquilo, yo hablo con el jefe cualquier cosa, de todas formas el es muy buena gente
Novio: ¡okey!, entonces ¿nos vemos a las seis?
Luisa: si a esa hora, nos vemos, besos.
Novio: besos, ¡chao!
El novio cuelga el teléfono y se guarda en el bolsillo del traje el regalo especial que le ha comprado a Luisa, que no ni más ni menos que un anillo de compromiso.
Mientras tanto Luisa camina hacia la parada del autobús, se siente afortunada por su cita de esta tarde, para completar el sentimiento, el autobús pasa pronto con lo que no ha tenido que esperar mucho y además es una de esas extrañas veces en las que hay suficientes puestos disponibles.
Cesar
Joven, recién graduado de diseño gráfico y con unos quince días de haber comenzado a trabajar en una agencia de publicidad, a la que entró gracias a la ayuda de su amigo y vecino Roberto.
Cesar: Gracias por haberme ayudado a conseguir el trabajo
Roberto: de nada, para eso son los amigos, ¿no?, además si de verdad quieres agradecerme me puedes invitar una cerveza al final de mes –risas-
Cesar: -risas- ¡si claro!, después de ese gran favor ¿cómo puedo negarme?
Roberto: ya te dije que no es nada. ¡Ah! por cierto tu mamá debe estar muy feliz
Cesar: ¿qué si no? Ya le contó a todas sus amigas y a mis tias
Roberto: me lo imaginé
Cesar: claro, además como están las cosas doy gracias a dios por haber conseguido el empleo
Roberto: bueno ya me debo ir, nos vemos el fin de semana, así nos tomamos unas cervezas y hablamos
Cesar: ¡okey!, ¡ah! gracias de nuevo
Roberto: de nada, ¡adiós!
Cesar: ¡adiós!
Cesar repasa mentalmente todas las cosas que debe hacer hoy en el trabajo, mientras espera el autobús que pasa cerca de su oficina. Por un instante sale de sus pensamientos y vuelve a la realidad, se percata de que el colectivo se acerca, le hace una señal con la mano, lo detiene y se monta.
Andrea y Mariana
Amigas del liceo, recién terminaron el bachillerato y como muchos adolescentes no saben que estudiar ó que hacer con sus vidas, pero eso poco les importa, prefieren pensar más en fiestas, novios y modas.
Mariana: ¿supiste que Simón me llamó?
Andrea: ¿si? y ¿qué te dijo?
Mariana: me invitó para el cine el sábado
Andrea: y ¿qué le dijiste?, supongo que aceptases pues...
Mariana: claro que si, pero tu sabes, al principio me hice la dura para que no estuviera creyendo...
Andrea: bueno amiga tu sabes como es todo, me cuentas luego que tal te fue, ¿ y José?
Mariana: ese bobo, no sé, estuvo llamándome un tiempo pero le saqué el cuerpo
Andrea: ¡ah! ya veo, ....mira allí viene el bus
Mariana: ¡al fin! Avíspate, para que agarremos un buen puesto.
Arturo
Un adulto joven, casi en los treinta, recién acaba de perder su empleo debido a una reestructuración de la empresa donde laboraba, ahora está buscando empleo. A raíz de la perdida de su sustento ha tenido que cargar con la crisis por la que está pasando su matrimonio y la depresión que le produce el hecho de estar desempleado.
Otro día más, odio tener que salir casi a rogar por un empleo, a veces pienso de que han valido cinco años de quemarme las pestañas en la universidad más dos años de postgrado, pagándolo con un gran sacrificio. Tanto trabajo para que un buen día te digan “apreciamos lo que ha hecho por la empresa, pero debido a la situación hemos decidido prescindir de sus servicios” ¡bah! Eso es solo una forma bonita de decir “estas botado” y lo peor es que uno va de entrevista en entrevista y no consigue nada ó peor aun quienes tienen plazas vacantes, pareciese que te ven cara de estar muriéndote de hambre, por que te ofrecen un sueldo, con el que no vive pero ni un colegial. Debí haberle hecho caso al portu, ahora estaría como el, con un montón de dinero. El condenado hasta se compro una toyota de agencia. Pedazo de gordo, se está pudriendo en dinero ¡ah! pero yo tenia que ser universitario, y lo que terminé siendo es un asalariado más, mi situación está tan mal que hasta tengo que tomar el bus, por que si pagase un taxi me arruinaría y de paso a mi mujer no le da la gana de entender ... allí viene el dichoso autobús ese, menos mal que me deja cerca, por que hoy ni ganas de caminar tengo... de hecho lo que quiero hacer es mandar a todos a la ...(en ese momento el autobús se detiene y Arturo se monta en el)
El autobús continua su recorrido y los pasajeros suben y bajan de el, el trafico, el calor y el ruido, hacen que el recorrido sea el habitual tan habitual y tan fastidioso como siempre. Luego de cierto tiempo se monta un hombre –debe tener unos 25 años- nada en el llama la atención, su vestimenta es muy común, una camiseta blanca, un par de jeans un poco gastados, zapatos deportivos y una gorra de baseball, con el cabello lo suficientemente largo como para que unos pocos mechones se escapen por debajo de la gorra. Solo un morral que lleva con sigo podría llamar la atención, pues parece pesado y lo trata como si dentro de el llevara algo delicado y frágil, pero como cada uno de los pasajeros va ensimismado nadie se da cuenta.
El hombre permanece unos minutos de pie, hasta que consigue un asiento convenientemente ubicado en la parte central del autobús. Pasan los minutos y las cuadras, mientras el colectivo se acerca al centro de la cuidad el tráfico se va haciendo más pesado, el hombre comienza a sudar, su sudor es el preludio de lo que vendrá, pero nadie lo sospecha, para todos es un día normal de semana y solo eso, el vehículo avanza lentamente... se aproxima a una intersección de dos avenidas muy transitadas. El hombre suda ahora copiosamente, duda, pero sabe que debe hacerlo no puede fallar, no se entrenó para fallar, el bus llega a la intersección, el semáforo cambia de amarillo a rojo, el chofer mira a los autos que si pudieron pasar tose.
De pronto se escucha un grito seguido de un gran estruendo, por todos lados vuelan vidrios, restos humanos y fierros retorcidos... en un segundo todo el centro de la cuidad será un caos, sonaran las sirenas de las ambulancias y todos hablarán del ataque terrorista.
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