Anoche me había dormido profundamente y los sueños comenzaron a fluir impetuosamente. Mi nueva novela Camino a Las Vegas entró en escena. Esa noche Sebastián encontró la puerta de mi casa abierta y me trajo cien millones de pesos que me correspondían por los derechos de autor, dejó ese toco apoyado sobre la mesa del comedor. Sólo le escuché decir antes de irse: vos seguí durmiendo mientras yo trabajo. No pude creer semejante cifra, así que me levanté, miré el dinero. Eran las nueve de la mañana y fui a la cocina prepararme un café. Se había terminado. Como pude me cambie y salí para la estación de Lomas de Zamora a sentarme en una de las mesas de algunos de los bares para desayunar.

Mientras caminaba pensaba que hacer con semejante cantidad de dinero. Compraría una mansión, varios autos, una lancha a motor, jepp, también una casa en Quequén frente al mar en la Bahía de los Vientos, le daría algo de dinero a mis hijos: diez millones a cada uno y por último me dedicaría a viajar por el mundo. Me sorprendió ver las calles desiertas, ni gente, ni autos por la calle. Parecía un día feriado pero era martes, un día laboral. Llegué a la zona de Las Lomitas los cafés estaban cerrados. Vaya que habrá ocurrido, pensé. Seguí caminando pues el café del bingo trabaja las veinticuatro horas. Nada. Ni sentí el ruido del tren y la estación estaba desolada, sin los menesterosos que duermen normalmente ahí. Al rato empezó a aparecer gente deambulando. Hasta que no pude más con esta Odisea de desayunar y le pregunté a uno que conocía de vista. ¿Qué ocurre volvieron los golpes de estado? ¿No sabe lo que pasó? No, le respondí. Nadie quiere trabajar más. ¿Cómo? Y eso a que se debe, si el único que no va a trabajar mas soy yo que tengo cien millones. Es que anoche todos se ganaron cien millones de pesos. Entonces somos todos ricos. Si pero si todos son millonarios quien va a trabajar.. Eso señor, por eso existe el capitalismo. No pueden tener todos tanto dinero, pues quien barrería las calles, curaría a los enfermo y así sucesivamente. Y justo ahora se les ocurre ganar a todos, encima no pude tomar el desayuno. Tengo tanta plata y estoy muerto de sed y hambre... en fin, en lugar de un sueño se había convertido en pesadilla...hasta que me desperté...uy se me hizo tarde para abrir la librería. Tomé el café como pude y salí a paso vivo.