PRIMA LA MUSICA PER LA PAROLE

“Il certo, il certo e..
prima la musica per la parole”.
Antonio Salieri.


Como la vida,
todo tiene su pequeña elegía infinita. Leyenda épica del yo, carne arrastrante,
mira tu rostro
oh narciso hijo del instante y del infinito,
porque en tus ojos instante e infinito
se anudan como dicen que se anudan las arenas
de Keobap y la sangre de los Efesos.

Como la vida, todo tiene su voz y su cansancio, como las innumerables praderas de Ítaca, cuando los restos de Jehová cayeron sobre el adriático y así dimos de comer a los niños, a los viejos, a las mujeres menesterosas, a los hombres ahorcados que cuando vieron caer los restos de Jehová sobre el adriático soñaron la muerte del mundo aplastados por los astros y sólo vieron el fin del hambre y el sufrimiento, cuando cayeron los restos de Dios por los mares:
y los cielos y los diablos
comieron su carne y bebieron su vino
y el Apocalipsis fue una acuerdo
entre la General Motors y la Wanner,
describiendo así noticias azules
sobre la luz de los recuerdos infinitos.

Entonces las praderas de Ítaca fue la gran pradera de la infancia donde el deseo de ser piel roja combatía con los estertores del padre y los latigazos de la madre, reino perdido en que como cristo algunos adolescentes lloran sangre.

¿Decidme, lectores,
cuando quise yo dejar de ser niño?,
¿cuándo este cadáver
que canta las historias, exprime
el zumo de limón de la realidad
y se lo restriega por los ojos?

¿Lectores, hipócritas, creyentes...
cuándo...?