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El día que mi papi se fue, mi mami lloró de la mañana hasta la noche. Papi se fue porque un nuevo trabajo se lo exigía, (así dijo mi mami, y creo que eso de exigir debe ser algo feo y fuerte para que papi saliera sin ni siquiera despedirse de mí). Yo también quería llorar; pero, para no poner a mami más triste, yo mismo me hice cosquillas en las axilas. No dan tanta risa cuando se las hace un mismo. Las cosquillas son graciosas si te las hacen otros. Ya hace mucho tiempo que no tengo que hacerme cosquillas. Mami todavía llora algunas noches cuando hace mucho frío. Creo que es porque papi no está para dormirnos, porque papi nos dormía a los dos, primero a mí y después a ella y nos contaba cuentos a los dos, pero los de ella eran secretos, siempre se los decía al oído y ella sonreía como si el secreto se le hubiese metido debajo de las axilas o entre los dedos de los pies). Hoy mami me está ayudando a hacer la lista para el Niño Jesús. Desde la Navidad antepasada siento que me caminan hormiguitas por el estómago cuando hago la lista de peticiones. Debe ser por el secreto. No puedo decirle a mami pero me muerde la barriga por dentro y me hace sudar aunque en Navidad haga frío. Todo es culpa de Carlos Alberto Lozada – Ni a Román ni a mí se nos hubiera ocurrido -, él fue el de la idea de querer descubrir al Niño Jesús la Navidad antepasada. Yo le decía a Román que no era buena idea, que el Niño Jesús se iba a molestar con nosotros, que no iba a funcionar, que Él lo sabía todo y que nos iba dejar sin regalos. Pero Carlos Alberto insistía en que el Niño Jesús no era de verdad y que, si no teníamos miedo, el iba a comprobárnoslo. Los días de Navidad, mami siempre me acuesta temprano, me dice que el Niño Jesús no le trae regalos a los niños que están despiertos cuando Él pasa. Me dio susto de quedarme sin regalos cuando Román vino a buscarme con Carlos Alberto Lozada; tocaron la ventana de mi cuarto y uno de ellos hizo como cuando se espanta a un perro. Salí con cuidadito caminando en punta de pies (como Jerry cuando quiere robarle el queso a Tom) para que mami no me escuchara. Saltamos la reja de la casa y me monté en el manubrio de la bici de Román. Yo le iba contando lo que decía mi mamá, pero él casi no me respondía, y cuando lo hacía, jadeaba como un perro con sed. Me alegré de saber que la casa de los Lozada quedaba en la misma urbanización donde vivimos Román y yo, así no tendríamos que alejarnos demasiado de la casa y quizá podría volver a tiempo. Tuvimos (bueno, Román y Carlos Alberto tuvieron) que pedalear un buen rato por una calle larga, pasar el tanque de agua, la casa del árbol de Anabel y enfrentarnos al perro de los Ochoa, que siempre está suelto. Casi nos caemos de la bici cuando nos correteó, pero Carlos Alberto logró darle una patada y se alejó chillando. Ya casi era la hora cuando llegamos a casa de los Lozada. Saltamos con cuidado el muro para no despertar a Rufus y nos acercamos a la ventana por donde estaba el arbolito de Navidad. Esperamos un buen rato antes de que escucháramos abrirse la puerta principal. Nos agachamos para que no nos pudiera ver cuando se acercara a dejar los juguetes. Yo tenía los ojos tan apretados y las manos tan cerradas que el corazón me latía con fuerza y estuve a punto de salir corriendo, pero Carlos Alberto nos obligó a asomarnos, mientras nos decía: Les dije que no era de verdad. Entonces me asomé y vi a papi, sacando una caja azul y luego otra amarilla y otra verde. No podía creerlo así que tomé la bici de Román y salí sin decirles nada. Pedaleé tan fuerte hasta mi casa que ni siquiera vi la casa del árbol que tanto me gusta y donde besé a Anabel una vez que los adultos no veían. Tuve que patear de nuevo al perro de los Ochoa. Cuando llegué, tiré la bici en el jardín y entré en mi casa. Debajo del arbolito estaba la patineta que le había pedido al Niño Jesús, y también la pista de carros. Entonces pensé: eso de llevarle regalos a todos los niños del mundo debe ser un trabajo que exige mucho. Claro que mami aun no lo sabe, pero papi puede estar tranquilo porque yo no se lo voy a contar a nadie

Texto agregado el 23-06-2005, y leído por 237 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
04-07-2005 Me equivoquè en abrazo es conz z z z 6236013
04-07-2005 Que hermosa descripciòn, bièn narrada, y tan cierta, como se quebra la cabeza pensando un niño, que tiene de cierto o de falsedad, esta hermosa mentira que inventan los padres.Un abraso.***** 6236013
24-06-2005 Me ha parecido muy lindo y muy tierno, eso de sacar al niño que llevamos dentro nos hace mirar al mundo de frente, sin comparar antes y después... maravillarnos. katya
 
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