Hay ocasiones en que la vida no es capaz de enseñártelo todo. Otras, en cambio, donde ni siquiera es capaz de enmendar el daño causado. Esta, es la peor de sus carencias.
Nací en un lugar olvidado por la gente, eso es lo que dicen las hermanas del hogar que me recibieron entre paños sucios y una nota de dudosa veracidad.
Sólo sé que crecí en este orfanato, rodeado de niños sin pasado, luchando por construir, de alguna manera, un futuro.
La gente cambia. Y mientras lo hace, se equivoca y hiere todo lo que con esfuerzo se ha formado a su alrededor, sin notarlo.
Una nota. ¿Qué es una nota?, ¿letras escritas en celulosa, sentimientos plasmados en papel?. Es todo lo que tengo. Lo único, verdaderamente mío.
Si fuera verídica, lo más probable sería, a juzgar por su pobre escritura, mi madre, como firma el supuesto autor, sería una mujer falta de educación y de esfuerzo. Cada letra, desordenada y traviesa que se mece sobre las líneas del amarillo papel se encuentra presurosamente seguida de su adyacente.
Es increíble como una carta, una simple carta, puede reconstruir una historia.
Imagino una cruda noche de invierno, donde el viento te clava la córnea y entumece la nariz hasta robarte la sensibilidad. Una mano violeta, descuidada por el trajín diario que esboza unas líneas, mientras su mejilla es visitada por una lágrima, representante fiel del dolor.
De otro modo podría ser que una joven que apenas se enfrenta a sus primeros años de adolescencia se ve en la obligación de entregarme por orden explícita de sus padres, mientras me mira detalladamente, con el único fin de grabar mi imagen en su corazón para recordarme, por siempre, escribiendo, lo que para mí sería el único recuerdo.
Digamos que prefiero creer que fue de alguna de esas dos maneras y que la separación del regazo de mi madre fue inevitable, pero muy cruel.
No me gustaría enterarme de que fui un estorbo y que no provoqué ni una mísera convulsión en sus entrañas, o que ese “te amaré por siempre”, tan novelístico fuera sólo por cortesía.
Aunque emocionante sería creer que la nota fue falsificada, por un alguien sospechoso y de dudosa moral que espera una millonaria recompensa a cambio mío, no obstante, mis padres sufren un accidente en el camino, no alcanzan a llegar, y el bastardo en venganza me abandona a las puertas del orfanato. En realidad, la baraja está servida, el juego comenzó hace medio siglo atrás. Las posibilidades, son infinitas.
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