Como nudibranquios sin agua, pudimos flotar en sueños y tierras verdes sin ahogarnos.

Como nudibranquios descoloridos, pudimos teñir nuestros cuerpos de cualquier falta de color.

Como nudibranquios preciosos, pudimos juntar la belleza de nuestro cuerpo para respirar.

Como nudibranquios amorfos, pudimos dibujar formas sobre el suelo húmedo que tocan las espaldas.

Como nudibranquios sin sombra, pudimos imprimir un solo cuerpo del que la vista humana ve dos.

Como nudibranquios secos, pudimos absorber el sudor que llena nuestro mar.

Como nudibranquios perfectos, pudimos descomponer nuestras ropas falsas para quedar liberados en el agua.

Como nudibranquios exiliados, decidimos pasear por la tierra usando formas que caminan.

Como nudibranquios sin ojos, alcanzamos a tener manos para tocarnos una piel sin color.

Como nudibranquios sin oídos, pudimos escuchar los ruegos de la tierra que ustedes quieren matar.

Como nudibranquios curiosos, pudimos sentir lo inhumano de la humanidad.

Como nudibranquios celosos, quisimos nadar con mantas gigantes que del Mar de Cortés huirán.

Como nudibranquios sin alas, pudimos nadar con las aves en nuestros sueños.

Como nudibranquios sin voz, pudimos gritar con desesperación.

Como nudibranquios enormes, pudimos caminar la tierra de gigantes que nos entierran.

Como nudibranquios enfermos, pudimos sobrevivir a miradas enterradas.

Como nudibranquios hermosos podremos vivir en nuestro mar hasta que las vaquitas marinas decidan comernos para desteñir nuestros cuerpos unidos para darnos piernas para poder volar.